Tal para cual
Bradley Cooper y Jennifer Lawrence llevan adelante el jugoso guión de esta comedia como las del Hollywood de los ‘70 y ‘80.
“No puedes estar feliz todo el tiempo” (Un personaje de “El lado luminoso de la vida”) .
Es la historia de dos perdedores, contada en tono de comedia ácida y romántica, con diálogos que promueven la risa, pero que están afilados como para herir a cualquiera. Y es la película que puede ser la gran sorpresa en la entrega del Oscar. En la misma senda que las grandes comedias románticas y dramáticas del mejor Hollywood de los ‘70 y ‘80, se disfruta desde la primera toma.
Ya se sabe que las desgracias que llegan sin preaviso uno las trata de compensar como puede. Pat (Bradley Cooper) llegó temprano de regreso a su casa, y se encontró con su esposa duchándose, no precisamente sola. Como casi asesina brutalmente al amante, Pat, diagnosticado bipolar, pasa ocho meses en un hospital psiquiátrico, del que sale gracias a su madre (Jacki Weaver). Y ya en casa de sus padres (papá es Robert De Niro), tratará de “buscar combustible en todo lo negativo”.
Pat conoce a Tiffany (Jennifer Lawrence), que enviudó de una manera un tanto absurda, y buscó apaciguar su pena teniendo sexo con todos los compañeros (y compañeras) de oficina. Bueno, la echaron.
Tal vez no sean tal para cual -la cena en la que se conocen preanuncia lo contrario- pero, de nuevo, lo que llega sin aviso suele impregnar las relaciones para siempre. Pat y Tiffany no se buscaron y se encontraron.
El guión es crucial en este tipo de película. Cómo son presentados los personajes es elemental. El sincericidio verbal tiene sus bemoles, y aunque Pat y Tiffany se hablen sin filtro, reconocen que a veces se dicen cosas que no sienten. El, que quedó prendado de su ex, viviendo un sueño imposible, cree que si ella le alcanza una carta a su esposa, todavía tiene esperanzas de reconciliación. Ella necesita un compañero para un concurso de baile. Una mano lava la otra. El asunto es cuánto están dispuestos Pat y Tiffany a enjabonarse y no patinar en el asunto.
David O. Russell es lo suficientemente ducho como para pasar, dentro de los límites del mainstream de Hollywood, de la comedia sarcástica y visceral como Tres reyes a un drama familiar como El ganador y ahora a esto.
Los protagonistas con algún trastorno psicológico son una fuente de inspiración para Hollywood. Con algo de Mejor… imposible, en El lado luminoso... casi todos tienen algún problemita. Desde la violencia de Pat padre -además de padecer un Trastorno Obsesivo Compulsivo al mirar a los Filadelfia Aguilas por TV, no le dejan acercarse al estadio precisamente por su conducta agresiva- y Pat hijo, la única que parece manejarse con extrema y cuidadosa cordura es la madre. Al final, Pat y Tiffany constatan que no estaban tan locos si se compara con quienes tienen a su alrededor.
Es que de eso trata El lado...: de relaciones y comportamientos, de lo que se dice y de lo que se calla, de seguir apostando por lo que se cree aunque se tengan todas las de perder. Hay cosas que no cierran -se banaliza la enfermedad de Pat con la apuesta del final-, pero Russell logra que al brillante elenco que ha elegido le creamos todo. O acaso la escena en que Jennifer Lawrence le grita a De Niro no vale el precio de la entrada, y hasta le puede valer el Oscar.