No abras la puerta
Evan Webber (Keanu Reeves) es un arquitecto, casado, padre de dos niños, que vive en una hermosa casa diseñada por él y decorada por su esposa, artista plástica. Una vida casi perfecta.
Un fin de semana su familia se va a la playa y él se queda trabajando en el estudio que tiene en su casa; cuando de pronto, a la noche, dos hermosas jóvenes perdidas (Lorenza Izzo y Ana de Armas) tocan el timbre, dicen no encontrar una dirección, llueve, tienen frío y le piden prestado un celular.
El hombre no hace más que despilfarrar amabilidad, y las chicas mientras esperan un taxi se ponen cada vez mas cómodas, hasta que deciden no ir a la fiesta donde las están esperando y hacer una fiestita con él. El hombre de familia resiste hasta donde puede, pero luego todo lo que podía suceder sucede, y el trío termina sacando chispas por todos los rincones de la casa.
Evan se despierta esperando que todo haya sido sueño, y no tener que hacerse cargo de que ha engañado a su esposa, pero enfrentar la infidelidad no es lo peor que le puede suceder.
Las chicas sexies y atrevidas de la noche anterior se han convertido de repente en dos psicópatas que se niegan a abandonar la casa, y el pobre hombre queda como rehén de las dos dementes.
A partir de allí se da un juego del gato y el ratón, donde la victima sufre toda clase de humillaciones y acosos tanto físicos como psicológicos que van acabando de a poco con su casa y con su vida.
En esta ocasión el perverso Eli Roth ("Hostel") deja de lado las mutilaciones y el terror pomarola, para caer en una explotation de tono psicológico, al estilo de "Los Extraños", pero tanto sadismo termina en un momento por cansar al espectador, después de un rato nada tiene sentido, no hay un móvil ni una razón -como sucede por ejemplo en "Hard Candy" que es una película bastante similar-, sino que es la humillación y el ensañamiento porque sí, hasta que no solo asquea sino que también lo agobia.
En cuanto a las actuaciones, Keanu Reeves esta tán inexpresivo como siempre pero nos compadecemos de su sufrimiento, y las chicas entre gritos histéricos y un histrionismo no muy bien dirigido, pasan de la seducción típica del soft porno, a la locura estilo Jason.
Un clima asfixiante, terror psicológico, sadismo y sufrimiento nos ahogan durante casi dos horas de modo demasiado gráfico, sin ofrecernos nada desde el guión para que podamos ver o reflexionar sobre que hay más allá de tanta violencia.