Clara (Vanesa González) regresa a la centenaria estancia patagónica, con Martina, su hija de ocho años, luego de veinte años de ausencia. Allí vive su padre, Daniel (Osmar Núñez), con el que Clara está distanciada por viejas cuentas pendientes. La estancia ha dejado atrás su esplendor, como su padre, y ahora el lugar tiene un problema extra: una jauría salvaje ataca a los rebaños y acecha a las personas. Por supuesto que la película se enfocará en ese camino de regreso que Clara ha emprendido y en ese reencuentro que puede ser la redención de ambos en medio de un entorno que se ha vuelto particularmente hostil.
La película se mueve entre el drama intimista, la aventura y coquetea con cierto elemento fantástico al otorgarle a los perros un lugar menos realista de lo que la trama parecía anunciar Con momentos logrados y otros fallidos, la película pierde por momentos su centro de verdadero interés, que es la relación entre una mujer y su padre ya anciano. Los paisajes del sur argentino, contexto frecuente en el cine nacional, tienen el impacto habitual sobre la trama y los personajes y aportan más misterio que la propia película.