Relanzamiento de la saga, ahora con Jeremy Renner, que no logra el brillo de las anteriores
Guionista de la trilogía sobre el agente Jason Bourne que interpretó Matt Damon, Tony Gilroy se convirtió en esta cuarta entrega también en su realizador. Pero la inclusión del director de otros thrillers como Michael Clayton y Duplicidad no es la única novedad de la saga, ya que incluso cambió el protagonista. Ahora es Jeremy Renner (visto en Vivir al límite, Misión: Imposible - Protocolo Fantasma y The Avengers: Los Vengadores) quien encarna a un agente secreto (Aaron Cross) que debe emprender una carrera contra el tiempo y apelar a su proverbial inteligencia y a sus múltiples habilidades físicas para escapar de sus propios jefes, que intentan destruir todo vestigio del "Programa", proyecto que intentó generar -con la ayuda de químicos y experimentos genéticos- verdaderos superhombres.
De eso se trata El legado Bourne: servicios de inteligencia dominados por seres despiadados, científicos sin escrúpulos, poderosas corporaciones, drogas sintéticas, escenas ambientadas en distintas zonas del mundo (desde Alaska a Filipinas, pasando por Europa y Corea del Sur) y, claro, persecuciones: a pie, en auto y en moto. La primera parte del relato (la presentación del conflicto) es un poco más rebuscada y confusa que en las entregas anteriores, mientras que la segunda mitad ofrece varias secuencias de acción en plenas calles y autopistas (sobre todo de Manila), construidas a pura tensión y adrenalina.
Más allá de la pericia narrativa de Gilroy, de la maestría de los dobles de riesgo, del siempre notable aporte del director de fotografía Robert Elswit para trabajar escenas de masas en locaciones reales y de la solidez de todo el elenco (con Edward Norton como el "cazador" de agentes y la bella y talentosa Rachel Weisz como la compañera de aventuras), este reboot (relanzamiento) de la saga deja unas cuantas dudas y no sólo porque termine perdiendo en la comparación con las películas anteriores rodadas por Doug Liman y Paul Greengrass (en dos oportunidades). Si Bourne nació como una suerte de respuesta al entretenimiento adolescente y efímero de los superhéroes de turno y al glamour algo banal de la saga de James Bond, esta nueva versión con Aaron Cross como protagonista también se repite un poco. El saldo sigue siendo positivo, es cierto, pero la franquicia ya empieza a dar algunas señales de agotamiento.