Un relato de espías convencional con mucha acción y logradas interpretaciones pero sin Matt Damon ni Greengrass.
“Bourne: el ultimátum”, tercera con el personaje de Robert Ludlum y segunda consecutiva de Paul Greengrass, sigue siendo el punto más alto de una serie que ahora, con “El legado de Bourne” (“The Bourne Legacy”), parece tener un nuevo principio.
Ya no está Matt Damon ni tampoco Greengrass y de hecho el propio personaje, Bourne, es ahora reemplazado por otro espía de nombre Aaron Cross a quien corporiza Jeremy Renner, recordado por su interpretación central en la ganadora del Oscar “Vivir al Límite”/”The Hurt Locker”. Algunos seguramente recordarán que, antes de dicho premio, el film había sido presentado en la inauguración oficial del Festival de Mar del Plata 2008 en el teatro Auditórium con la presencia de Kathryn Bigelow. Y también que, debido a nuestra mala costumbre de incumplimiento en los horarios, muy pocos se quedaron hasta el final de la proyección para gran decepción de su realizadora que casi pasó desapercibida durante el evento.
¿Qué ofrece de novedoso este cuarto capítulo frente a los anteriores? No mucho, ya que se trata de un relato convencional, donde el espectador atisba de antemano lo que puede ocurrir. Habrá varios cambios de escenarios desde un inicio, bastante tranquilo en apariencia en Alaska, hasta un final electrizante en Manila. En este último lugar Aaron y su compañera,la DraMarthaShearing, serán perseguidos por la policía de Filipinas y por un sicario temible de nombre LARX (Luis Ozawa Changchien) en una carrera en moto por la ciudad que será el plato fuerte de quienes amen las películas de acción.
La trama en sí es algo compleja pero la duración del film (133 minutos) permite ir atando cabos y relacionando personajes. Toda la parte inicial en el estado más septentrional de Norteamérica nos muestra al agente Cross expuesto a lobos hambrientos y a un experimento genético en su cuerpo que busca en definitiva su eliminación. A destacar la persecución a que es sometido, desde la misma central dela CIA, con aeronaves no tripuladas y a como logra zafar de este acoso.
La película pasa a continuación al laboratorio genético donde trabaja Martha, una notable composición de Rachel Weisz (“La momia”, “El jardinero fiel”). Ella es quien le administra un tratamiento con pastillas de diversos colores al agente Cross. Cuando uno de sus colegas inicie una matanza (algo que se está repitiendo en la vida real de los norteamericanos) logrará escapar pero cuando llegue a su casa otra sorpresa desagradable la esperará. Aunque allí empezará la fuga de la bella doctora y su paciente primero por los Estados Unidos y luego su embarque en avión al Lejano Oriente, previa falsificación de pasaporte y cambio de identidad de ambos fugitivos.
Quien haya visto el anterior capítulo de la saga reconocerá nuevamente la presencia de varios personajes interpretados por eximios actores tales como Albert Finney, David Strathairn, Joan Allen y Scott Glenn. Entre los nuevos, además de Renner y Weisz sobresalen Edgard Norton y Stacy Keach (inolvidable en “Fat City” de John Huston). A Matt Damon apenas se lo ve en una foto por lo que seguramente en la próxima de la serie nuevamente estará Jeremy Renner (qué parecido su nombre al del actor belga de “Elefante blanco”).
“El legado de Bourne” fue dirigido por Tony Gilroy, muy conocido como guionista, inclusive de las anteriores de la serie. Aquí comparte el libro cinematográfico con uno de sus hermanos y en su corta carrera como director conviene recordar su debut con “Michael Clayton”, un inteligente thriller. Sin llegar al nivel de dicho film el que ahora se estrena logra entretener y puede justificarse su visión.