Un regreso esperado, pero que se queda a mitad de camino.
Aaron Scott (Jeremy Renner) es uno de los tantos agentes secretos del programa Treadstone, que buscaba crear super-soldados, y a los que le salió el tiro por la culata con Jason Bourne (Matt Damon en la primera trilogía), que volvió a las bases para vengarse de todos y cada uno de los responsables de esta iniciativa militar.
A causa de la persecusión de Bourne, y de la revelación de secretos en medios públicos, Treadstone se ve obligada a cerrar el programa, y a eliminar absolutamente todas las pistas. Y entre esas pistas están las vidas de los agentes. Así que, en una especie de Orden 66 (esa en Episodio III, que masacra a todos los jedis), los super-soldados van cayendo a causa de una droga mortal que les brindan desde el programa. Droga que Scott no pudo tomar, ya que en ese momento se encontraba perdido en las montañas con otro agente de Treadstone, esperando poder recuperar sus drogas del programa, extraviadas en un abismo, ya que sin ellas (y en consecuencia a un tratamiento) puede morir.
Finalmente, el agente compañero de Aaron es asesinado en un bombardeo, y recién allí es cuando Treadstone se da cuenta de la existencia de este agente, ahora fugitivo. Ahí comenzará la caza.
Por otro lado, Treadstone busca eliminar absolutamente todos los elementos de su programa, inclusive a los científicos, y luego de un brote psicótico de uno de los doctores que comete homicidio-suicido con casi todos sus compañeros, la única sobreviviente (Rachel Weisz) comienza a ser perseguida. Y es por la casualidad o por el destino, que los caminos de la doctora y del agente encubierto se cruzan, y se aliarán para sobreivir y para buscar respuestas.
Lo verdaderamente interesante de El Legado de Bourne (The Bourne Legacy, 2012) es que no es una secuela, sino que los eventos de la película se dan simultaneamente con El Ultimátum de Bourne (The Bourne Ultimatum, 2007),y podemos ver cómo se van tejiendo los elementos, y cómo las acciones de una parte dejan consecuencias en la otra. Una forma de narrar muy interesante, y que podría haber sido brillante si su director y escritor, Tony Gilroy, hubiese estado más afilado, pero la realidad es que la ausencia de Paul Greengrass detrás de cámaras se nota muchísimo, dejando a El Legado de Bourne como una película de acción con poca acción, o sencillamente una película de suspenso sin demasiado suspenso.
La dupla protagonista de Renner y Weisz es excelente. Al principio, cuando recién se cruzan, la actriz es altamente odiable por su posición de dama en apuros, pero ella da para más, y puede ser la mujer fuerte que todos queremos ver. Y eso es algo que va "mutando en ella", aunque no tan naturalmente. Es simple: en un momento es cobarde, y al siguiente está peleando codo a codo con Aaron. No muy creíble, pero pasa. Ahora, Renner si tiene en su camino convertirse en la próxima gran estrella de acción. Aunque en esta película no se lo pueda ver demasiadas veces en escenas de lucha, las pocas que hay están muy bien, y muestran a un actor que da piñas con una naturalidad encantadora. Lo que es una lástima es el desaprovechamiento de Edward Norton en pantalla. Como villano tiene todas las de ganar, pero aparece tan poco tiempo que nos olvidamos fácilmente de él.
El Legado de Bourne no es el regreso ideal del mundo Treadstone a la pantalla grande, pero al menos es un primer paso para una saga que podría mejorar muchísimo ajustando apenas un par de tornillos. Y tal vez, soñemos, en algún momento podamos ver a Aaron Scott y a Jason Bourne juntos en la pantalla.
@JuanCampos85