El legado de Greengrass
La cuarta parte de la saga de Bourne tiene, a priori, un par de importantes carencias: la ausencia del director de las dos anteriores y mejores partes de la saga, Paul Greengrass, y también la evidente falta del protagonista de la saga, Jason Bourne es decir Matt Damon. Para reemplazarlos, se puso al mando de la dirección a quien ha sido guionista de todas, incluso esta ultima parte de la saga, Tony Gilroy (Michael Clayton, Duplicidad) y a Jeremy Renner en el papel del agente de la CIA superdotado que escapa de todos los peligros posibles, Aaron Cross. A lo anterior, podemos sumarle el problema: ¿qué se puede contar luego de tres sólidas películas (sobre todo las últimas dos)? Y lamentablemente (lo digo como fan reciente de la saga), es en este punto donde Gilroy falla, y el edificio enclenque de El legado de Bourne se desmorona.
Gilroy opta por contar una historia paralela a lo que le sucedió a Bourne en las anteriores películas, entonces se presenta a Aaron Cross por un lado y al personaje de Rachel Weisz, la científica Marta Shearing. Como si dijeran: listo pareja nueva, saga nueva. El problema es que la película se demora casi una hora en vincular a estos personajes, poniendo en el medio un montón de diálogos que incluyen a personajes nuevos y a otros de las anteriores películas, que explican muchas cosas que, o no se entienden o no importan y tienen como objetivo justificar todo lo que van a hacer Jeremy Renner y Rachel Weisz. Aparece de repente Eric Byer (Edward Norton), quien va a dirigir las operaciones, además de, por supuesto, intentar atrapar a Aaron Cross y cada cierto tiempo mencionar prolijamente a Jason Bourne, pues ese es el título de la película ¿no? Como si se hiciera una película de Rocky que cuenta la historia de otro boxeador, y donde todos los personajes mencionen cada cierto tiempo lo grosso que es y fue Rocky… Momento… ¡eso es Rocky 5! En fin.
Tanto tiempo se demora en llegar la acción pura y fluida (que ha sido lo mejor de la saga y como mejor se contaba la historia de Bourne), que luego de esa hora palabrera todo nos sabe a poco. Porque realmente muchas de las escenas y secuencias de acción están a la altura de las circunstancias, sobre todo una mini batalla en la casa de Marta Shearing, un asesinato masivo en un laboratorio, y la persecución final en motos.
Hay otro elemento que jugaba a favor de las anteriores entregas de la saga, además de todo lo que sucede (que es mucho y a ritmo frenético) debíamos averiguar quién era realmente Bourne. Aquí sabemos desde el principio quién es Aaron Cross, y rápidamente (sobre todo porque Gilroy se empeña en subrayarlo) sabemos cuál es su problema y también su objetivo, que por otro lado es bastante pequeño en comparación al universo que pretende retratar la película, con infinidad de programas de asesinos, cadenas de mando interminables y absurdas. Y al final, tanto Jeremy Renner como Rachel Weisz son muy buenos actores pero no alcanza.
Podríamos decir que este es el legado de Greengrass que hizo dos excelentes películas junto a Matt Damon, y ahora, que intentan reinstalar la saga, El legado de Bourne nos sabe a poco. Sin embargo, más cercano a la verdad es quizás que no había demasiado para contar y que Tony Gilroy es peor director que Greengrass, y simplemente no está a la altura de las circunstancias.