La mochila de Bourne
La saga de Jason Bourne es recordada por varias razones, una de ellas es que fue una de las más revitalizadoras dentro del género de la acción. La historia de un hombre que de pronto reacciona a puro instinto pudiendo matar en segundos funcionaba a la perfección. Al igual que Matrix, El Vengador del Futuro o X-Men, llevaba al hombre común al nivel de super héroe como el que sueñan muchas personas (en principal los que van a ver este tipo de películas). Las Bourne además poseía ese maravilloso acierto de haber seleccionado a un actor como Matt Damon: hombre común, medio regordete y con cara de bueno. Entonces en nuestro imaginario él cumple con nuestro sueño de hacernos sentir que podríamos ser nosotros en esa circunstancia, llevando al hombre mediocre al nivel de estrella de acción. El otro gran acierto fue tener a un director como Paul Greengrass (al menos en las últimas dos), un director de vértigo visual y hábil en el registro de tensión mediante un montaje veloz para meternos en un ritmo frenético.
Lo primero que hay que decir acerca de este nuevo (¿?) relato es que si uno no vio la trilogía anterior se va a sentir confundido respecto a lo que pasa en la pantalla ya que la historia sucede en paralelo a la de la última de Bourne (The Bourne Ultimatum). El agente Aaron Cross (Jeremy Renner) es uno de los mejores agentes de una organización que realiza operaciones secretas al igual que Bourne y aunque no se toquen sus historias el escándalo en los medios de "Bourne" obliga a desmantelar todos los grupos de operación que trabajan en las sombras. Esta exposición da como resultado que el grupo desde el cual realizaba operaciones Aaron Cross deba ser eliminado completamente.
El factor de peligro que se suma a esta historia (además del que lo quieran "limpiar") es que esos agentes consumen una droga con la cual mejoran sus aptitudes físicas y mentales, entonces, en medio de este escape, la ausencia de esa droga también puede significar la muerte. Es por medio de esta droga que se vincula la científica Martha Shearing (Rachel Weisz) y nuestro muchacho de fácil matar. Ella es la única sobreviviente de los científicos que trabajaban para ese grupo secreto (la orden de eliminar pruebas incluía a todos los participantes) y para la supervivencia de ambos deciden unir fuerzas.
El comienzo en un clima glacial (con enfrentamiento con lobos incluidos) nos permite admirar la dureza del personaje de Renner. Pero también nos aleja de crear la empatía que generaba ese Damon tan humano, este es una agente invulnerable, preparado para todo lo que se venga encima, no así como el Jason Bourne de Damon que nos sorprendía sacando trucos de la galera para lidiar con un mundo que lo quería destruir.
Y definitivamente si uno tiene que hablar de lo mejor de esta entrega debe referirse a la escena del final en Filipinas. Esa secuencia con persecución por techos y posteriormente, en moto, se disfruta de punta a punta, el nivel de adrenalina sube y se mantiene bien arriba. Tony Gilroy (guionista de las anteriores, director de esta) no logra filmarla con el mismo atractivo que Paul Greengrass pero no deja de ser un gran momento.
El Legado de Bourne pierde demasiado al no tener a Matt Damon ni a Paul Greengrass, la idea de intensidad, intriga y super agente está vigente pero uno ve con conformismo el resultado. Recicla todo aquello que una vez fue bueno en cuanto al montaje, persecuciones y otras yerbas pero no puede distanciarse de una mera repetición de fórmulas ya reconocidas.