Se está vendiendo este estreno como “la mejor película de terror desde El Exorcista”, y la verdad es que es una exageración.
La película es muy buena, pero en los últimos años hemos visto obras superiores tanto en el cine industrial como en el indie.
Las dos entregas de El Conjuro de James Wan entrarían en el primer grupo, y títulos tales como It follows (2014) o The Babadook (2014) en el segundo.
Ahora bien, Hereditary (título original en inglés que significa hereditario) cumple muy bien con su cometido que es asustar, y a la vez entretiene.
Lo que si tengo que objetarle es la duración. Se hace larga de forma innecesaria. Pero entiendo que los realizadores querían establecer bien el conflicto y sembrar dudas. La trama va in crescendo.
Asimismo, también vale aclarar que se trata de una ópera prima. El director y guionista Ari Aster crea una atmósfera de tensión, dudas y muy buenos sobresaltos.
Pero la verdadera riqueza del film se encuentra en sus personajes perfectamente compuestos y explotados por los actores.
Una familia compuesta por Toni Collette, Gabriel Byrne, Alex Wolff y la debutante en cine Milly Shapiro.
Es esta última la que compone al personaje más enigmante y que sirve como centro y varios puntos de giro.
Y esa es otra cuestión para remarcar: la película sorprende mucho porque engaña al espectador con recursos que ya hemos visto muchas veces para luego hacer algo diferente.
Aún así no escapa a los clichés propios del género.
En cuestión técnica, destaco la fotografía. Están muy bien los encuadres y la iluminación.
Hereditary no será la mejor película de terror, pero es muy buena y un gran exponente del género que no va a pasar desapercibido.