Solanas y un testamento de una generación a otra
Reaparece, sin haberse ido nunca, Pino Solanas, político, ecologista, cineasta. No tanto con la bronca de sus anteriores documentales de denuncia, que sigue manteniendo: "Memoria del saqueo", "La próxima estación", "Tierra sublevada: oro impuro", "Tierra sublevada: oro negro", "La guerra del fracking". Más bien reaparece con el espíritu elogioso de las luchas y los sueños, que tan hermosamente desarrolló en "La dignidad de los nadies" y "Argentina latente", acaso los dos mejores documentales de su actual etapa.
"El legado estratégico de Juan Perón", tal su nombre completo, es la evocación de un sueño de juventud que pudo concretarse, y de un sueño nacional que se vio truncado, y nunca continuado. Es también un testamento, de una generación a la otra. Pino Solanas ya tiene la edad que tuvo "el Viejo", y un poquito más. Cuando muchacho hizo con sus amigos reunidos en Cine Grupo Liberación un formidable trabajo de agitación y propaganda: "La hora de los hornos: notas y testimonios sobre el neocolonialismo, la violencia y la liberación". Corría 1968, y era la primera película que reivindicaba a Perón y Evita. El Líder se enteró, lo mandó llamar, y Solanas le propuso registrar su pensamiento ante la cámara, para difundir por todas partes. Así surgieron "Perón: La revolución justicialista" y "Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder". Sobre esa experiencia habla aquí Solanas.
Hay algo de backstage, con imágenes en fílmico y grabaciones en audio de particular interés, contando cómo se filmó y reveló esa obra. Hay algo de ambientación, con la Quinta de San Vicente como referencia de Puerta de Hierro, los dos solares tan mencionados en la mitología peronista (Puerta, ya arrasada por un negocio inmobiliario, la Quinta, tan poco visitada). Y hay mucho de testimonio, en el relato que Solanas va haciendo a un puñado de jóvenes mientras recorren San Vicente. Mucho de testimonio, una interesante autocrítica, y algo de tristeza. Los proyectos del Primer Trabajador, su Plan Trienal, nadie los llevó a cabo después de su muerte. "Vamos a estar más cerca de Plutarco que de Jenofonte", dice "el Viejo" cuando empiezan a filmarlo. Más cerca del concepto del conductor como servidor público, que del gobernante como manejador de los gobernados. No pudo ser.