El legado estratégico de Juan Perón es la nueva película dirigida por Fernando Solanas que marca el regreso de su realizador a las salas comerciales.
A los 80 años, Fernando Pino Solanas sigue activo y es el único sobreviviente del grupo Cine Liberación que realizó películas en la clandestinidad en los años más turbios de nuestra nación como la notable La hora de los hornos. El legado cinematográfico que deja Solanas es impresionante y su regreso en el año 2004 al documental con Memorias del saqueo va a ser más importante en los años venideros que en el presente.
Los últimos trabajos de su filmografía revelan luces y sombras de la economía, logros sociales y tecnológicos que tiene la Argentina, así como una preocupación en la apropiación de empresas internacionales de nuestros recursos naturales. Pino Solanas sigue defendiendo las ideas de hace 50 años y las ha transformado en material documental basado en investigaciones periodísticas actuales sobre problemas contemporáneos, poniendo el ojo en lugares que los gobernantes han decidido esquivar la mirada.
Solanas hizo y sigue haciendo un cine político y militante personal. Impone una estética a la hora de narrar clásica, episódica y cinematográfica, así como encuadres pensados específicamente para la pantalla grande. Sin embargo, también hace política con su cine, y las continuas campañas de los diversos partidos con los que se ha asociado en los últimos años se mezclaron con su actividad cinematográfica, imponiendo una suerte de continuidad del discurso de las campañas que pueden llegar a molestar a sus opositores. Esa, por lo menos, es su justificación ante el no estreno comercial de La guerra del fracking, que se difundió solo por Youtube.
El legado estratégico de Juan Perón es su nuevo trabajo, y lamentablemente, se trata de un retroceso en su fundamental, aunque discutida, trayectoria. Retroceso casi literal, ya que recupera las charlas que junto a Octavio Getino y Gerardo Vallejo, realizó al ex Presidente Perón en su exilio en Puerta de Hierro, España. El resultado fueron documentales fundamentales para conocer el pasado y presente del país, así como la mentalidad de una de las figuras políticas más importantes del siglo XX. El planteo de El legado es un reflexión sobre como lo que Perón planeaba –pero nunca llegó a concretar- realizar en el país a su regreso, con su tercer presidencia, podría ponerse en práctica hoy en día.
En principio, se puede alegar que a nivel histórica se trata de un film “importante” porque además recupera anécdotas y circunstancias por las que Cine Liberación tuvo que atravesar para realizar los documentales Perón: La revolución justicialista y Perón: Actualización política y doctrinaria para la toma del poder. En segundo lugar, dar a conocer o revalidar esos documentales también es fundamental. El problema del film no pasa tanto por el que o por sus intenciones, sino por la forma, y ahí es extraño que Solanas no consiga solidez.
El propio director admitió que le costó encontrar el vehículo para esta película y el resultado final confirma esa inquietud. Solanas se convierte en narrador y protagonista absoluto de su film, es la única voz –junto con la de Perón- y al final parece más un discurso político propio, que uno del objeto en cuestión. La idea de llevar a estudiantes de cine a la Quinta de San Vincente, hacer una suerte de city tour no está mal, pero hubiese sido más enriquecedor escuchar las voces de los mismos –e incluso por un error de montaje se llega a ver como uno de ellos amaga con preguntar algo a Solanas y es cortado por el editor- para ver de que forma impactan hoy en día esas imágenes o quizás para construir un pequeño conflicto. Solanas no construye conflictos. Reflexiona sobre el pasado y la transpone al presente y futuro, pero solo de manera superficial. Un epílogo no demasiado profundo relaciona a Perón con los últimos gobiernos peronistas, centrándose en falencias casi humorísticas y no en las falencias “estratégicas” que manifiesta.
Tampoco la puesta en escena resulta demasiado inspirada en esta oportunidad, lo que es decepcionante, porque aún en sus trabajos menos prolijos, Pino es un director elegante y ordenado. Los efectos de “interacción” al poner la imagen de Perón en el sillón de la Quinta de San Vicente no resultan convincentes y le restan méritos a un film cuyo principal valor es la recuperación de la memoria.
Lejos de estar entre sus mejores trabajos, El legado estratégico de Juan Perón es un film que interesa más por la manera que Pino reflexiona sobre su propio pasado, el del país y la ideología, y lo recupera, que por su presente tanto cinematográfico como político. Esperemos que sus próximos documentales recupere algo de la potencia narrativa y crítica de aquellas primeras obras o al menos, las de los últimos años