Rodrigo Demirjian contempla en El legado (2023) a sus padres artistas como creaciones de las vidas que ellos han dejado atrás. Mirar su película plantea, desde ritmos irregulares, la comprensión de sus primeros ejemplos vitales.
el nacionalismo es una especie de infantilismo
… cuando vos ves el quilombo del mundo
Tal “arritmia” está sostenida en la coproducción argentina-española ensayando dos elementos: voz y tono. Ellos estarán fundados entendiendo obra como estructura en proceso de ajuste o arreglo. Este préstamo de la acepción ingeniera aplica para nosotros espectadores ya que cada visionado y recuerdo audiovisual es una reconstrucción constante basada en lo real de la imagen.
En los primeros cuatro minutos Demirjian ha establecido las voces de sus orígenes. Primero escuchamos a mamá. Ella, con un vestido que asemeja patrones viperinos en blanco y negro, despotrica de la exposición museística mientras busca la obra de su esposo.
“[Tu papá] está en depósito” es justamente la metonimia dicha por Evangelina que le da pie al montaje para iniciar la primera de más de siete grabaciones de voz donde papá e hijo hablarán mientras en la imagen se suceden garabatos, también blancos y negros.
Esas conversaciones indicarán que herencia, siempre, es choque. Y cada vez que tales garabatos y fundidos se conviertan en algo figurativo, entendemos que heredar podrá ser transformación de lo vivido en algo muy diferente de lo que se tuvo al principio. Mientras, la ternura y la dureza en las reflexiones paternas conmueven.
Así, esas voces se superponen, varias veces ni se escuchan a sí mismas. De estas maneras, el realizador mantiene clara la base de sus propuestas. Los vaivenes de la voz son el rasgo humano más difícilmente asible en el análisis de cualquier legado. Esta marca aquí la diferencia clave con respecto al cortometraje The Painter’s Son. Este título podría aludir a Rodrigo y la reflexión sobre la identidad familiar pero con la voz ausente allí, la película recién estrenada da un paso por delante.
… sabes qué es la patria, que es una palabra fuerte, ¿no?: La infancia…
ojo, que esa frase no es mía, es de Rilke
Entre voces, entrevistas a familiares y la vida íntima de los Demirjian; la película ensaya la pérdida como una forma de herencia. Otro ejemplo de esto son las conversaciones entre el realizador y Florencia, su hermana, quien llevó por años las exposiciones de su viejo. Ella habla desde su experiencia como hija que nunca entendía los mandatos o gustos paternos.
La primera escena con Florencia, la hermana, precisa, en un plano medio y con mayor nitidez en la imagen, cómo la figura paterna les hereda errores y diferencias a sus hijos: ella habla de cómo no se sentía reflejada por los gustos elitistas de su viejo. En un momento lo cita diciendo “que bueno que me enseñes a leer La náusea de Prou…”.
Al incluir esto en el montaje, la posible ignorancia queda desestimada para dar paso a la complicidad entre hermanos. A fin de cuentas, después descubrimos que ella, en una suerte de venganza poética nunca enunciada así, se ha encargado con claridad y durante años de la obra artística de su padre.
Decisiones técnicas como estas muestran mejor que toda palabra el dilema que representa, para un hijo, la figura paterna. Es ejemplar también el rigor en el uso de la cámara fija en escenas dentro del taller que está siendo remodelado, en contraste con la cámara en mano cuando habla con los entrevistados paternos. El realizador “construye”, esboza, un papá donde la ambigüedad es inseparable de las tentativas y las torpezas.
Él mismo indaga su propia duda hacia la “paternidad fisiológica” al final, después de conversar con su hermana sobre si quiere donar esperma para su pareja. Muy dubitativo de cuál será su rol para la criatura, el cierre burdo en la clínica para extraer semen mientras ve porno intencionalmente le resta seriedad a la relación paterna que se pueda creer como tal.
… no es lo mismo perseverar que persistir, o como se diga
Finalmente, ¿podría decirse que arte es, más que crear o conocer, lo que hacemos con la fisiología y la convivencia familiares? Dejemos el asunto abierto porque, si bien Rodrigo plantea estos vínculos como recíprocos entre dos o más (personajes, elementos…), tampoco él pretenderá total rigor.