El Caminante errante
Varios films ya han apuntado a presentar al planeta destruido, con una visión futurista bastante decadente a la actual. Un mundo sin espacios verdes, todo árido, devastado por las guerras y los problemas ecológicos, que si se observa las pocas decisiones que se toman hoy en día para intentar salvar la Tierra, es un futuro que no parece tan lejano.
Desde Mad Max hasta Wall-E presentan este tipo de contexto para contar sus historias y a partir de este ambiente, dirigirse hacia un tema específico. Ahora, dentro de esta categoría se debe incluir a El libro de los secretos, cinta dirigida por Allen Hughes y Albert Hughes, protagonizada por Denzel Washington y Gary Oldman, que busca ser diferente mediante la utilización de lo místico.
Esta producción transcurre en un futuro no muy lejano, unos 30 años después de la guerra final, donde un guerrero solitario (Washington) camina sobre la desolada tierra que una vez fue los Estados Unidos. Como un héroe solitario, custodia un libro que guarda importantes secretos que podrían salvar a la humanidad de la extinción. Sólo otro hombre en este mundo en ruinas entiende el poder que Eli tiene en sus manos y está dispuesto a arrebatárselo: Carnegie (Oldman), un déspota que se ha autoelegido jefe en un improvisado pueblo de ladrones y pistoleros.
Desde su inicio, el film presenta fantásticamente el mundo en el cual transcurre esta historia. El tono casi sepia constante, los paisajes desolados y la destrucción producida por las guerras son acertadamente exhibidas, característica que será una constante en toda su duración. A esto se le sumará, la brillante tarea en la realización y filmación de las escenas de acción, y a su vez, el gran manejo de los efectos especiales, que le agregan a la cinta una espectacularidad que impacta y sorprende.
El tono oscuro, casi sórdido, que plantea la película permite que el espectador se ubique en ese mundo y comprenda las reglas en ese contexto. Apoyan esta idea las acertadas tareas de los protagonistas, ya que Washington personifica a este “caminante” que no se detiene ante nada ni nadie por cumplir su objetivo y Oldman, con su papel de malvado histérico y enérgico que tan bien le sale. Ambos son acompañados por un elenco que no se destaca pero que logra cumplir su función de manera correcta.
A pesar de todos estos aspectos positivos, la producción falla en su guión, en su trama, porque incorpora un aspecto religioso, casi místico, que no concuerda con el aspecto ficcional que contiene la historia. Este elemento es demasiado real, tangible, como para agregarlo con lo fantástico, ambos chocan y nunca terminan de unificarse. Además, que el agregado religioso represente la base de una creencia, la de mayor convocatoria en el mundo, pero que no es la única y dar por sentado que ese elemento engloba a todos los seres humanos y sea la salvación en tiempos oscuros, resulta bastante cuestionable.
Más allá de esta interpretación, el guión usa este artificio católico de una manera solemne y seria pero en ningún momento propone argumentos o bases que haga entender la utilización arbitraria de éste. Y a su vez, solo utiliza la cáscara de este elemento y no su profundidad o importancia, haciendo que todo se desvanezca en un oscuro vacío.
Si se analiza el film como un producto de ciencia ficción, El libro de los secretos es atractivo y entretenido con instantes muy bien logrados, y un trabajo técnico destacable. Cuando se incluye la temática religiosa, algo comienza a hacer ruido y nada termina de encajar como debería. Tal vez faltó poner la misma dedicación que se colocó en lo técnico dentro de lo guional, como para que un elemento tan fuerte de la escritura no sea utilizado en vano.