Luego de años de ausencia y de rodar varios spots comerciales, los hermanos Albert y Allen Hugues vuelven a la gran pantalla con una historia impecable desde el punto de vista técnico y flojísima en cuanto a lo narrativo.
El mundo está vacío. Ubicados en un futuro distópico, prontamente nos enteramos que treinta años atrás “una luz” azotó a la humanidad dejando a la especie al borde de la extinción; sólo algunos habitantes sobrevivieron y la mayoría de ellos quedaron ciegos.
El protagonista de la historia –interpretado por Denzel Washington– camina hacia el oeste guiado por Dios con un solo objetivo: transportar la última Biblia sana, gracias a la cual se podrá restaurar el orden tras el caos generado después del Apocalipsis. Sí señores, lo que ustedes acaban de leer es cierto. El leit motiv que mueve al protagonista es cien por ciento religioso y pareciera ser una historia producida por el mismísimo vaticano. Lamentablemente este mensaje católico que quieren transmitir los Hugues embarra la cancha y le quita estabilidad a un film que, de no haber contenido dicho mensaje, hubiera sido mucho mejor.
En el aspecto técnico no hay nada para recriminar. La fotografía y el trabajo de los escenarios y fondos computarizados están muy bien realizados. Se destaca también la elección de la música y el manejo de cámara en las escenas de acción. A nivel de realización todo muy bien logrado.
Los problemas surgen en el campo narrativo. El antagonista de la historia es Carnegie –interpretado por Gary Oldman–, que maneja el comercio y la única fuente de agua de un pequeño asentamiento. Desde hace años, tiene un grupo de sabuesos que persigue a las personas para apoderarse de los libros que poseen con el fin de localizar una Biblia. El villano sabe y afirma que en los tiempos de desesperación que se viven, el “Libro del Señor” es el arma de control más poderosa. Nada más acertado.
Al mejor estilo inquisición, con la Biblia en una mano y el cuchillo en la otra, el personaje de Denzel Washington descuartiza a todo aquel que se interpone en su camino hacia la salvación de la humanidad.
Promediando el film, que dura casi dos horas, el relato avanza alternando buenas con malas. Después de mirar varias veces el reloj, ya que es fácil distraerse, la película llega al final, donde los realizadores decidieron tirar al tacho lo poco que habían construido con un final muy disparatado que le quita todo sentido y credibilidad a la historia.
Sinceramente es de no creer con la que salieron y pude ver a más de uno agarrarse la cabeza en la sala con lo que sucede. Una película muy poco recomendable, que no amortiza el valor de la entrada.