A esta película es posible analizarla a partir de dos aspectos concretos. Por un lado, su construcción del mundo postapocalíptico en el cual sucede la acción. Por el otro, su necesidad de imprimirle a la trama un discurso religioso.
Siete años después de la adaptación de From hell, los hermanos Hughes emprendieron este relato fantástico, con una estética por demás cuidada y con escenas de acción que consiguen agregarle nuevos elementos al género, pero terminan trastabillando al volver excesivamente explícita la línea cristiana que sustenta el argumento, organizando todo de modo tal que todo lo demás dependa del “mensaje” del film.
Centrémonos en los aspectos más interesantes de la película. Para este relato de una humanidad hecha cenizas, se ha elegido una ambientación similar al western, que le aporta algo de originalidad al universo que se ha construido para la ocasión, pese a que esta puesta en escena posee elementos que remiten directamente a un sinnúmero de films por el estilo (lo bueno es que sabe despegarse de otros exponentes postapocalípticos contemporáneos, como The road). Al aroma a western que se respira en el ambiente, lo acompaña la rudeza del héroe en cuestión, interpretado por Denzel Washington, en una de sus actuaciones más interesantes. Mila Kunis sorprende como su eventual compañera de ruta, mientras que Gary Oldman brilla como siempre.
El otro punto destacado corresponde a las muchas escenas de acción que acumula, y que, si bien se despachan con resoluciones propias de Matrix (una variante del efecto conocido como “bullet time”, que aparece en varias oportunidades), en su despliegue tienden a ser más originales que buena parte de los films de acción recientes. A esto se le suma una fotografía exquisita, que reluce incluso más que la propia puesta en escena.
Ahora bien, el componente religioso, que aparece en muchos relatos del fin del mundo (inevitable, ya que el apocalipsis es un concepto bíblico y cristiano), en esta película se convierte en su esencia argumental. Es interesante observar la forma en que se presenta un mundo en el cual la religión parece haber sido sepultada, pero desde el momento en el que aparece el libro, sabemos de qué se está hablando, y la manera en la que todos los caminos confluyen hacia la biblia, tomándola como salvadora de los restos de la humanidad que han subsistido al apocalipsis, hacen de esta una película demasiado pomposa y solemne, elementos que sólo se ven opacados cuando las escenas de acción adquieren el protagonismo necesario.
Afortunadamente, lo pretencioso y las obviedades que acumula no se contaminan con las respuestas que, afortunadamente, no se dan, y que nadie quiere escuchar (como el por qué del fin del mundo, algo de lo que también prescinde The road, aunque aquella se destacaba por ser una propuesta más arriesgada, realista y reflexiva). Un relato fantástico a medio camino de los convencionalismos y del costado solemne del género, y las posibilidades de innovar que tienen los hermanos Hughes.