Eli, el cruzado
Denzel Washington cuida un volumen único en pleno Apocalipsis.
Eli deambula por un territorio desolado, postapocalíptico. Casi no consigue agua, y con quienes pueda llegar a verse, mejor no cruzar palabra, porque Eli es precisamente un cruzado que lleva en su mochila el Libro del título, que defiende con sable, puntapiés, golpes de puño o lo que tenga a mano.
Eli no se llama a sí mismo un Elegido, pero sabe que ese libro, el Libro, que una voz le dijo hace tiempo que debe llevar al Oeste (¿para hacer la película en Hollywood?) es casi imprescindible para que sobreviva la humanidad. Y si Carnegie, con toda la maldad y los tics que Gary Oldman impone a los perversos, de El perfecto asesino a esta parte, está buscando el libro, por algo será.
Denzel Washington tiene esa presencia y esa prestancia que le da la ambigüedad necesaria para que cuando empiece una película, uno se pregunte si interpretará al bueno o al malo de la película. Aquí claramente es el bueno, aunque sanguinario defensor de quienes sufren al costado de su camino. "No te apartes del camino", se dice así mismo. Pero cual buen samaritano, no puede.
Por lo general, en la nueva película de los hermanos Hughes (aquéllos que despacharon Desde el infierno, con un Johnny Depp pasado de droga) tiene que ayudar a mujeres. Principalmente a la bonita Solara (Mila Kunis, de That '70s Show), hija del personaje ciego que interpreta Jennifer Beals, quien a 27 años de Flashdance no se muestra tan atlética: Gary Oldman la maltrata que da miedo.
Eli es una suerte de cowboy que llega a un pueblo no diríamos fantasma, porque todo por allí tiene aspecto fantasmagórico, pero que es el salvador. Guerra nuclear de por medio, esa idea de desprotección y de un futuro sin futuro se hace carne en el espectador, aunque algunas incongruencias del guión -pavadas- no nos hagan olvidar que estamos viendo un filme de Hollywood.