The Grey se ha caracterizado por una campaña publicitaria engañosa que, si bien le brindó ciertas dosis de atención, la volverá el blanco de feroces críticas por parte de los fanáticos. Todos los esfuerzos de marketing se orientaron a vender una película a la que nunca se llega, haciendo énfasis en esa atractiva secuencia de Liam Neeson armado con un cuchillo y un guante de cuellos de botella. Hay una clara intención de difundir el nuevo trabajo del director de Smokin' Aces y The A-Team, antes que jugarse por lo que puede resultar del nuevo trabajo de Joe Carnahan. De esta forma, The Grey supone una bienvenida sorpresa, no solo porque no se trata del film que auspiciaban sus avances, algo que no era ilógico viendo el prontuario de su realizador, sino porque se trata de un logrado drama de supervivencia dotado de buenos personajes y una historia sólida, constituyéndose en uno de los mejores proyectos del director hasta la fecha.
Ottway, otro hombre con un particular conjunto de habilidades que lo hacen de temer, se convierte en el líder de un grupo de trabajadores petroleros que sobreviven a un accidente aéreo. Por si las heridas y las inclemencias del clima no fueran suficiente castigo, la muerte los acecha bajo la forma de una sanguinaria manada de lobos que elimina uno a uno a los supervivientes. Con la posibilidad al alcance de la mano de ofrecer otra entrega del héroe de acción más grande de los últimos años repartiendo puñetazos por doquier, Carnahan elude la predicción y elabora un intenso film que dialoga constantemente con la muerte.
Se trata de un relato en el que sus personajes, enriquecidos por un grupo de buenos intérpretes entre los que sin duda se destaca su protagonista, deben lidiar con su fatal destino, aprender a aceptarlo y, sobre todo, encontrar los motivos para seguirla peleando. La muerte, cruel y socarrona, los hallará en todo momento y no distinguirá circunstancias. Habrá quienes la abracen en sus propios términos, otros que caerán luchando, a solo centímetros de la vida, y finalmente el que cae en la cuenta que el vivir o morir en ese día está en sus propias manos, en las de nadie más.
Sin caer en lugares comunes, de hecho cuando parece que lo va a hacer acaba por esquivarlos, Carnahan conduce la historia con pulso firme, sosteniendo el suspenso hasta el momento del gran desenlace, el último as humeante que el director tenía bajo la manga.