Tomar un texto y transformarlo en una obra cinematográfica propia. La imposibilidad de llevar este libro de Saer al cine, para Gustavo Fontán, es un aliciente: con belleza, con tiempos propios, con un uso perfecto del paisaje, el realizador de El árbol y La orilla que se abisma logra transmitir la esencia del texto y comunicar su propia lectura. Un film que nos muestra por qué a alguien le gusta un libro. Puro cine.