El Limonero Real de Juan José Saer es una historia simple, narra el derrotero de Wenceslao, un campesino que vive en una choza junto al río. La historia se concentra en un día, el 31 de diciembre, que el personaje vivirá entre la familia, la ausencia de un hijo muerto y el aislamiento de su esposa por el duelo.
Lo complejo y genial del asunto es cómo está narrado. Como el Ulises de Joyce, Saer muestra una cosmogonía del detalle, de todo lo que se puede percibir, donde lo importante es la poesía del narrar que a su vez es una exploración sobre las posibilidades del lenguaje.
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Fontan tiene mucho de esa dinámica de Saer, elige historias sencillas que le sirvan de plataforma para investigar sobre el lenguaje fílmico. En ese sentido lo que uno puede ver en El Limonero Real es deslumbrante; luz, naturaleza y sonido fundidos poéticamente como pocas veces se ha visto en el cine.
Fontan elude la mirada a la naturaleza como la que produce National Geographic, aquí la naturaleza no se ofrece sólo para la contemplación, interpela la visión, cuestionando el formato de la mirada que ha sido domesticada para el consumo acrítico de imágenes.
Y por sobre todo el Río, el agua que se desliza, como metáfora mayor, como fuente de vida y condena de esos hombres, como idea sublime sobre la naturaleza de la imagen fílmica. El agua es una constante en las historias de Fontan porque representa el arte de filmar, la summa teológica de la imagen.
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El río así es una figura precisa del cine donde la luz/agua son los vectores por donde se registra todo movimiento, el ojo por donde pasa el tiempo de su cine.
El agua todo lo cubre y en ese proceso genera la ilusión de que mientras cubre, transparenta aunque sabemos que esa idea es pura ideología, que al cubrir encubre, que al mostrar opaca como ese río turbio y rugoso del Paraná en el que se sumerge Wenceslao como buscando en su seno la utopía de la propia imagen.
Admito, hay cierta desesperación del ojo por conquistar lo que dicen las imágenes del Limonero Real, sea porque lo que muestra es reacio al entendimiento, sea porque supone otro órgano para su percepción. El cine de Fontán es un filtro perceptivo que sirve para distinguir en la gran constelación de imágenes las que son Arte y las que no lo son.
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Aquel sintagma de Saer que preside cada uno de los nueve segmentos narrativos que conforman el texto original del Limonero Real, Amanece / y ya está con los ojos abiertos, sirve para el cine de Fontán, un cine para los ojos abiertos por la luz que lo fecunda.
Cine y Literatura
Fontan ha buscado una forma particular de crear puentes entre Literatura y Cine, eludiendo todo criterio adaptativo. De Macedonio y Fijman pasando por Marechal ahora se estaciona en Saer, un infilmable según los criterios normales para un guión.
Dos criterios se descomponen en la filmografía de Fontan, la adaptación y la transposición, aquí el texto literario y el texto fílmico se ofrecen en paralelo donde lo que importa al film no es temas ni climas sino procedimientos del texto literario.
Después de ver el Limonero Real sabemos que literatura y cine tienen vínculos mucho menos explícitos y obvios de lo que se creía pero nunca estuvieron más a la vista.
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Dice Fontán en su Blog (http://gustavo-fontan.blogspot.com.ar) durante cuatro semanas rodamos a orillas del río Colastiné, en la Provincia de Santa Fe. Los tres ranchos fueron construidos para la película siguiendo las viejas técnicas del uso del adobe. Conocíamos los riesgos de inundación en la zona, esa amenaza permanente. Nos arriesgamos, construimos los ranchos junto al río y el agua nos acompañó mansa ese tiempo de orilla. Hace unos meses el río se ha desbordado y los ranchos están bajo el agua. Y quizás pronto no quede huella de ellos. Hace un año arrancábamos el rodaje con esa conciencia de intemperie; conciencia que nos acompañó durante todo ese tiempo y nos acompañará ya para siempre.
El Limonero real tiene algo que brilla y es su exterioridad, como diría el propio director su situación de intemperie, el signo desnudo buscando sentido. Como salidos de alguna novela (imposible) de Frederich Nietzsche, los personajes carecen de toda interioridad, son hijos de la luz con que se los filma.lr1
Si Tarkovsky pensaba al tiempo como el material con el que trabaja el cine, Fontán agrega luz /agua a sus elementos primordiales. De esa argamasa esta hecho el Limonero Real.