Noticias de la antigüedad animada
Esta producción de Antonio Banderas (al menos utlizan su nombre como apoyo para el lanzamiento) es, en el mejor y en el peor de los sentidos, correcta. No puede decirse, por lo tanto, que su animación digital (movimientos, formas, colores, texturas) sea "mala", pero detrás del incuestionable profesionalismo de sus hacedores se esconde, también, una llamativa falta de ideas, de riesgos, de salirse de las normas, de trascender las convenciones y las fórmulas.
El reciclaje de la vieja historia bíblica del Arca de Noé, los lugares comunes del "viejo" Disney de El Rey León (hoy bastante más cerca de la audacia gracias a su asociación con Pixar), los animalitos parlantes, los mismos comic-relief de siempre, los malos estereotipados (ay ese cazador neonazi) y poco más es lo que ofrece El lince perdido.
Los personajes "simpáticos" son bastante poco convincentes, el protagonista Félix (un lince que siempre mete la pata y vive dominado por la mala suerte) es poco logrado, la veta romántica resulta elemental y forzada, la apuesta al humor como forma de generar empatía y bajar el tono melodramático del relato (al fin de cuentas se trata de la cacería de animales en extinción por parte de un mercenario a sueldo de un viejo millonario que está loco) funciona a cuentagotas y, así, el film navega por un medio tono bastante cansino, monótono, intrascendente, aunque -quedó dicho- con una corrección visual que lo hace tolerable.
No es para enojarse con este film español (el producto no da vergüenza ajena), pero en un mercado ya tan desarrollado y sofisticado como el de la animación familiar, El lince perdido luce como un producto demodé, casi una antigüedad arrasada por el avance de un género que ya no perdona imitaciones menores.