Vuelta al origen
En El llamado salvaje (Call fo the wild, 2020), Chris Sanders dirige la adaptación cinematográfica de la novela clásica de Jack London, en donde un perro y su compañero de viaje transitan una alegoría de la vida.
John Thornton (Harrison Ford), se une a Buck, el perro protagonista y corazón de la historia, representado mediante la tecnología CGI (Imagen generada por computadora). Un perro cuyo mundo se viene bajo cuando es arrancado de su hogar y trasladado a Canadá para trabajar con un equipo de perros de trineo que entrega el correo. Buck emprende un viaje extraordinario hacia la adultez que lo lleva a descubrir finalmente su lugar en el mundo y a convertirse en un verdadero líder. Tanto Buck como John, se encuentran perdidos en la vida y derrotados, ambos se darán fuerza para aceptar sus raíces y recuperar la fuerza para avanzar.
Aunque resulten trillados los films con perros, siempre funcionan y El llamado salvaje no es la excepción: entretiene y emociona. Quizás su punto débil sea la credibilidad del personaje protagonista, debido a que el efecto del CGI no está muy bien logrado y se nota más al interactuar con otros perros.
El guion cae en lugares comunes y es un tanto predecible, pero lo interesante de la película radica en plantear al personaje de Harrison Ford como el compañero del perro y no como su dueño. De hecho se reúnen ya avanzada la trama de una película relatada desde el punto de vista del animal. Estas dos elecciones constituyen un gran acierto y aporta a la dinámica del film y a la credibilidad de Buck.
De todas maneras, los efectos sobre Buck y su historia, se convierten en detalles, si le abrimos el corazón a la trama y a sus mensajes universales relacionados con la vida y la identificación de todos. Visto de este modo, film es una metáfora de la vida, del camino a recorrer y nos invita a la reflexión.