Piratas del Oeste
Leo cruzadas algunas críticas, los primeros comentarios en las redes sociales y los análisis de tendencia en los blogs especializados y hay una coincidencia casi absoluta en que El Llanero Solitario es un film fallido. Probablemente lo sea, sobre todo para el nivel de riesgo que semejante inversión (costó 250 millones de dólares) genera, pero esta vez no comparto la mayoría de los reparos de esa suerte voz arrasadora del “consenso”.
Que es demasiado largo, que no es gracioso, que Johnny Depp hace lo que quiere, que Armie Hammer no se luce… Esas serían -nada menos- las principales carencias del film y, si bien puede haber algo de eso, a mí la película me entretuvo bastante y jamás me irritó.
La apuesta comercial aquí es absolutamente clara, premeditada (también se le pega por eso): repetir el esquema de Piratas del Caribe para iniciar una nueva saga, esta vez con los clichés de las historias del oeste en vez de los enfrentamientos en alta mar. Los productores (Jerry Bruckheimer y Disney), el director (Gore Verbinski), el protagonista (Depp) y los guionistas son los mismos, pero esta vez el resultado es menos estimulante y es muy probable (habrá que ver los números, claro) que no haya lugar para otra franquicia millonaria.
Sin embargo, este El Llanero Solitario -un personaje que nunca ha tenido demasiado suerte en cine luego de décadas en la radio (2.956 episodios entre 1933 y 1954) y como serial de televisión (de 1949 a 1957)- está muy lejos de ser el despropósito que tantos indignados destruyen.
Para mi gusto tiene varias subtramas que funcionan (otras no tanto), una iconografía muy lograda (y un gran uso de los escenarios naturales desérticos), varias set-pieces a puro CGI que son muy simpáticas, un buen humor físico (el universo del slapstick), un malvado de fuste (un William Fitchner que hasta llega a extremos de canibalismo) y, sí, varios pasajes de unipersonales de esa estrella ya payasesca que es Depp. Entiendo que muchos ya estén cansados de sus excesos a-la-Jack Sparrow, pero en esta película -construida para su lucimiento- creo que ese bigger than life funciona.
La película es un poco derivativa (los constantes saltos entre el “presente” de 1938 con un anciano Toro contándole la historia a un niño en un museo y el “pasado” con las aventuras en la Texas de 1869 no agregan demasiado), la subtrama romántica no alcanza la intensidad deseada y se extraña una mayor química entre El Llanero Solitario y su ladero (el protagonismo de Toro le quita posibilidades de lucimiento a quien debería ser la figura principal), pero aún con sus desniveles la película tiene muchos momentos de genuino entretenimiento (y de muy buen cine en términos narrativos y visuales).
Para destacar: Verbinski no ha limitado ni la violencia (bastante fuerte incluso para una “prohibida para 13”) ni el claro sentido revisionista de la historia. Se le cuestiona no haber incluido al film en la “tradición” del western, pero ponerla en igualdad de condiciones que los clásicos del género es exigirle demasiado. Sin embargo, tampoco creo que el film sea irrespetuoso. Hay un lúcido trabajo con los elementos distintivos de las historias del “salvaje oeste”, citas a Más corazón que odio, una lograda banda sonora de Hans Zimmer con ecos de Ennio Morricone y muchos detalles y observaciones más para celebrar.
Que podía haber sido más eficaz y redondo, que Rango (el western animado de Verbinski) era mucho mejor. Es cierto. Pero tampoco es cuestión de destruir a un film por lo que pudo ser o por los millones que tuvo para su producción y su marketing. Con sus claroscuros e incluso con sus desaciertos, me regaló dos horas y media con más disfrute que decepción.