Él –demasiado rimbombante– productor Jerry Bruckheimer había logrado recuperar el género de piratas gracias a la imaginación desbocada de un director desparejo pero interesante como Gore Verbinski. Con “El llanero solitario intenta hacer lo mismo con el western, un género mucho más importante y difícil. Esta nueva versión del justiciero enmascarado intenta combinar los elementos que hicieron de “Piratas…” una serie sorpresivamente exitosa: la habilidad cómica a lo Buster Keaton de Depp, los elementos de acción alambicadísimos, momentos de absurdo y una trama llena de vueltas y revueltas, de densidad casi novelística. Pero el resultado no es el mismo y el gran problema reside en el tono: demasiado dramático e incluso sangriento por un lado, demasiado cómico y burlón por otro.