Con pajaritos en la cabeza...
Johnny Depp es un Toro que alimenta a un cuervo (muerto), que tiene sobre su cabeza, en una comedia de humor absurdo y acción.
¿Cuántas veces uno termina de ver una película, y quiere más?
No es algo que suceda seguido. Con El llanero solitario, es tanto el espectáculo y la energía desplegada, tanto el humor absurdo y la simpatía de la pareja protagónica que sí, dan ganas de que haya más.
El llanero puede convertirse en otra franquicia como la que el director Gore Verbinski y el productor Jerry Bruckheimer erigieron con Piratas del Caribe. Tiene los mismos guionistas, Ted Elliott y Terry Rossio, que también escribieron Shrek y Aladdin, y a Johnny Depp como figura central. Aunque no sea el Llanero, sino Toro, el indio comanche.
Esta adaptación del personaje al cine, tras su origen radial y su serie de TV, arranca en San Francisco, en 1933 -pocos meses después de que El llanero debutara en la radio-, cuando un niño con un antifaz entra a una feria, y en una carpa se detiene ante el noble salvaje . Parece un maniquí, pero no, es Toro, quien ya anciano le relatará al chico cómo conoció a John Reid, alias El llanero solitario.
Para lo cual, la acción se retrotrae a Colby, Texas, en 1869. Y aquí habrá acción y mucha más comedia. Con la(s) persecucion(es) a bordo de los trenes, al mejor estilo de Indiana Jones, con quien más se parece esta extravagancia. Las sorpresas más que en la trama, están en la sumatoria de gags. ¿O acaso muchos de los mejores clímax no se consiguieron en el cine, a bordo de un tren descarrilado?
Con un cuervo muerto en su cabeza, al que le a de comer, la cara pintada de blanco con rayas negras, Toro es un comanche que le habla a los caballos. Parece tonto -como es su nombre en el original-, pero ciertamente no lo es. Depp lo juega a lo Buster Keaton, con más gestos que palabras, y sí, es un pariente no muy lejano de su pirata Jack Sparrow.
Verbinski utiliza un montaje brioso, que sirve de enlace con timing perfecto a la sucesión de gags. Y si John Reid (Armie Hammer) pronto quiere vengar la muerte de su hermano -un Texas ranger , pero no como Chuck Norris-, son muchos los personajes que están tras la venganza del forajido Butch Cavendish (William Fichtner, un villano de primer nivel, hasta el canibalismo, de muy buen sobrepeso para los héroes). Y otros tantos tienen mucho por ocultar.
Al ser la “película presentación”, hay que explicar el origen de la bala de plata, el caballo Silver, por qué Reid debe usar la máscara y hasta qué remueve la conciencia de Toro. La rectitud del Llanero contrasta con Toro. Pero una vez hechas las aclaraciones, a dejar correr la aventura.
Hay secuencias espectaculares, no todas con CGI o animación por computadora, por más que por momentos uno crea que está viendo una de dibujitos, con el Coyote en medio del desierto. Precisamente el aprovechamiento del paisaje del Lejano Oeste y los efectos especiales (ojo: el tren es real) hacen pensar que así como verbinski y Depp resurgieron las de piratas, puede pasar lo mismo con el western. El espectáculo debe continuar.