Héroe Accidental
En los Estados Unidos de fines del siglo XIX, siete rangers de Texas que partieron en busca de la banda de un peligroso fugitivo son atrapados en una emboscada y asesinados. Sin embargo, uno de ellos sobrevive y, gracias a la ayuda de un indígena llamado Tonto (Toro en la versión doblada), se convertirá en una figura anónima y enmascarada que perseguirá a los asesinos descubriendo de paso una trama más compleja de la que imaginaba.
Aquellos nostalgiosos que esperen encontrar en esta versión para pantalla grande al héroe de la serie que veían en la infancia se van a encontrar con un Llanero bastante diferente del que recuerdan.
Y es que, tal como sucediera con la versión cinematográfica de “El Avispón Verde”, donde el asistente Kato instruye a Britt Reid -sobrino nieto del llanero- hasta sacarlo de su torpeza para convertirlo en un héroe, aquí es el comanche Tonto (Johnny Depp) quien, bastante a su pesar, deberá guiar al citadino John Reid (interpretado por Armie Hammer) para transformarlo en esa figura que amedrente a los malhechores.
Bien alejado del porte decidido de la versión televisiva, el John Reid de esta película es tan pasivo, que incluso es el caballo, Silver, quien lo rescata a él, en lugar de ser él quien lo salva como se contaba en la serie. Así, los roles terminan invertidos, y es en realidad Tonto quien tiene mayor determinación e inteligencia. Por momentos hasta el caballo tiene más lucidez que Reid.
La decisión de quienes escribieron esta versión fílmica es clara: quitarle algo de rigidez a la historia original, y sumar mucho humor, aun cuando ese humor implique restarle arrojo y determinación al personaje principal. Este Reid es entonces un ser ingenuo, casi a niveles infantiles, y demasiado políticamente correcto, incluso poniendo en riesgo su propia persona y la de su familia.
El símbolo de la justicia por la ley que tenía el llanero de la serie se mantiene, aunque la literalidad con que toma esa premisa el del filme lo lleve al extremo de quedar por momentos, como víctima de la burla tanto del indio, como de su perseguido. Por fortuna, el personaje evoluciona, y podría decirse que hacia el final, después de dos horas de película, empieza a asomar el héroe más formado. Por otra parte, los símbolos distintivos del personaje, como el sombrero, o el saludo al caballo, están desvirtuados, y terminan siendo objeto de burla. Hasta el origen de las balas de plata difiere, y en ningún momento se hace alusión a qué significaban.
Otro punto en el que se detiene la película es en la expiación de la culpa que la sociedad civilizada carga por el sacrificio indígena. La historia de Tonto y el resto del pueblo comanche es la disculpa inevitable para que el mensaje sea de respeto hacia los pueblos aborígenes.
A pesar de todo, es innegable que la película está bien armada, sorprende que su extensísima duración no se haga sentir. La calidad de la producción, a cargo del ya célebre Jerry Bruckheimer es excelente, y la presencia de Johnny Depp, con sus miradas y comentarios, aportan el humor necesario para hacerla llevadera. También la clásica banda de sonido con la Obertura de Guillermo Tell de Rossini está presente, insuperable para acompañar las divertidas persecuciones.
Si se la exime de la traición al espíritu del original, la película funciona. Entretiene, y transmite una historia bien contada. Quienes vayan con el recuerdo a cuestas, sentirán la diferencia, pero los nuevos espectadores probablemente no se den cuenta del cambio.