El film dirigido por Hernán Fernández es riguroso, seco, con ecos de documental y una mínima historia de espera y postergación, de fuerte contenido emocional. Es la historia de una mujer embarazada cuyo marido partió de su lado para conseguir un trabajo. Ella queda sola, en una vida registrada en toda la dimensión de una espera angustiante marcada por necesidades que no pueden satisfacerse. Largas esperas al lado de un teléfono público esperando la llamada de su pareja. La consulta a los médicos, siempre lejanos. Una casa muy austera. La compañía de alguien que le brinda una interpretación de la fe que aparece como una letanía repetida destinada a incrustarse en su cerebro, más que una creencia que le dé algo de alivio a su existencia. La monotonía de Sonia la protagonista, igual que su dolor agravado, se muestra con planos cerrados, con poca luz o en penumbras. Es una mujer lejos de sentirse empoderada o feliz por traer otra vida a este mundo. Una propuesta honesta, valiosa pero no original.