La larga espera
Rodada en Primer Ingenio Correntino, pueblo ubicado a 20 km de la capital de la provincia de Corrientes, el segundo largometraje del director Hernán Fernández se acomoda en el grupo de películas intimistas de un estilo de cine argentino para el que se requiere paciencia del público y atención en la puesta en escena o detalles visuales.
Una familia fragmentada no por elección de cada uno de sus miembros sino por la dinámica que lleva a la búsqueda de otro horizonte económico lejos del hogar es la premisa de la que parte El llanto. En este caso quien tuvo que partir del hogar es Elías, lejos de su habitual lugar en el campo como cuidador, la ciudad de Buenos Aires lo instala en una obra en construcción. Sonia, su esposa joven, es la que espera, entre tiempos muertos, con el embarazo y la esperanza de la llegada del primer hijo a la familia.
La palabra “espera” entonces encuentra un doble camino en la encrucijada del tiempo que parece suspendido en una atmósfera en la que lo opaco juega el contraste ideal con la falta de luz, elemento plástico no menor que se refleja en la imagen de interiores atravesada por largos tiempos muertos que ralentizan el ritmo y por momentos generan clima de documental de observación.
Cabe destacar que el director opta por filmar con no actores, un detalle no menor teniendo en cuenta el grado de contención de cada personaje y su performance con una cámara atenta pero no invasiva en el encuadre.
Así las cosas, se percibe en el resultado final un minucioso trabajo del plano como espacio vacío que se va llenando de luz tenue o la propia gama de opacidades, que aporta al tono minimalista una rigurosa idea estética que por momentos trae el recuerdo del cine del mexicano Carlos Reygadas, entre otros realizadores que seguramente hayan formado parte de las influencias del director y su manera de entender -en su totalidad orgánica- el cine.