Esta adaptación del escritor para niños Theodore Geissel (o Doctor Seuss) es una fábula ecológica bastante transparente. La sabiduría de la película consiste en que eso no opaca ni el humor ni -esto es clave- las preocupaciones más íntimas de los personajes (el amor o, más bien, el primer amor del protagonista “humano”). A un diseño bello y funcional se suma un guión preciso, lo que transforma el film en mucho más que una alegoría para educar a los chicos sino en un cuento que merece la pena ser contado.