Quizás el asalto que sufrieron dos conductores de una radio de Pergamino durante su programa, en vivo y en directo, no tuvo la misma trascendencia que la irrupción de un ex actor (trabajaba en la tira Mi cuñado, con Luis Brandoni y Ricardo Darín) en plena emisión de Intratables, reclamando mejoras salariales. Fueron, sin embargo, en una misma semana, dos hechos que prueban que los medios audiovisuales pueden ser tan vulnerables como cualquier hogar sujeto a la inseguridad. Y si estos ejemplos ocurrieron en Argentina, nada impide imaginar que en Estados Unidos cualquier psicópata puede hacer de un programa de televisión una toma de rehenes.