Cuando la vida humana cotiza en Bolsa de valores
“El maestro del dinero”, de Jodie Foster, es una lección sobre el comportamiento humano y los mercados.
Los tiempos actuales son veloces, como los pixeles mientras un complejo algoritmo corre en la red internacional de redes.
Algunos de esos cálculos son el alma del mercado de negocios y la Bolsa, un nicho gigante de dinero virtual, que nada tiene que ver con aquel lingote de oro que marcaba en la bóveda del banco cuánto dinero llevabas acumulado en una vida de trabajo.
Hoy no se trata de constatar tu haber en peso-oro: hoy, la cuestión reside ver quién es más rápido en el manejo de esos píxeles que juegan vidas enteras en una ruleta internacional.
Algo de esto explica Lee Gates, el protagonista de El maestro del dinero, un hombre que se convirtió en celebridad a partir de sus 20 horas semanales de programa televisivo, donde mezcla show con consejos para que el ciudadano común apueste y gane en el juego de Wall Street. Pero este "monstruo"-"maestro"-"mago" un día se equivoca y una de sus proyecciones "seguras" termina en caída.
Furioso, un joven inversionista en bancarrota toma a Gates de rehén, en vivo y directo, y bajo amenaza de bomba exige respuestas respecto de la misteriosa pérdida de 800 millones de dólares en un día. En tiempo real y mientras se transforman en la noticia del día, Gates y su productora intentan mantenerse con vida y satisfacer la demanda del captor.
Jodie Foster al mando
El arte de hacerse de aliados
El maestro del dinero es la cuarta película que dirige la también actriz Jodie Foster. Como tal, entiende el valor de permitir que actores como George Clooney (Lee Gates), Julia Roberts (la eficiente productora Patty Fenn) y Jack O'Connell (el captor Kyle Budwell) sean sus aliados en la narración de una historia que requiere una buena afinación para tocar la cuerda de la tensión.
Junto con un elenco que en el grueso completan Dominic West, Caitriona Balfe y Giancarlo Esposito, la directora lleva adelante un guión que enfoca en la deshumanización de la sociedad global desde tres enfoques simultáneos: el de quienes manipulan grandes sumas en apuestas que involucran los destinos de miles de personas en un extremo u otro del mundo; los medios de comunicación, su responsabilidad como formadores de opinión; y los consumidores de programas y noticias, que toman, descartan y frivolizan, estimulados además por las redes sociales.