Natalio es un apasionado maestro de pueblo que aún vive con su madre. Cuando se muda un amigo, los habitantes confirman los rumores sobre su sexualidad. Y el maestro deberá enfrentar a su entorno para defender su vocación.
El Maestro y su alumno. El Principito y su aviador. Aprender a mirar sin los ojos.
Natalio es maestro de primaria en un pueblo chico del interior del país. Ama su trabajo y a sus alumnos, brindándoles no solo su entera vocación sino también inspiración extracurricular para la obra de teatro de fin de año sobre «El Principito». Vive con su madre, a quien cuida por su edad avanzada y salud delicada. Natalio es homosexual y si bien hasta el momento los prejuicios de sus vecinos estuvieron reprimidos o callados, ese frágil equilibrio se derrumbará por completo cuando ayude a un amigo de otro pueblo y lo introduzca en su mundo, abriendo el camino a infortunios basados en el desconocimiento y la necedad.
Diego Velázquez (La misma sangre, Los siete locos y los lanzallamas) resplandece en un protagónico de apenas una hora pero en el que sobran los mensajes, las emociones a flor de piel y las miradas tácitas sobre personajes bien definidos y que buscan, de una manera simple aunque firme, recalcar la doble moral de aquellos habitantes de pueblos pequeños y perdidos de la Argentina. El actor marplantense logra que el espectador se llene de lágrimas de impotencia ante una realidad cultural que asimila la sexualidad con lo perverso; trasfondo que hace peligrar su afición y entusiasmo por la docencia. Su homosexualidad hace presencia pero meramente como cualidad inherente del protagonista y aplacada inmediatamente por su pasión. Llegar a los niños es lo que lo culmina y completa, y por tan solo ayudar a un amigo puede perderlo todo. Una actuación más que elogiable dedicada a un tema repleto de aristas a citar, pero que Cristina Tamagnini y Julian Dabien dirigen con precisión quirúrgica al momento de dejar espacios neutros para que el espectador saque conclusiones propias sobre lo que piensan los personajes pero que se abstienen de decir.
El Maestro, Diego Velázquez
Disponible desde este viernes 15 en la plataforma online de CINE.AR, El Maestro está dedicada a Eric Sattler, docente de la propia directora. Una inspiración de la que se hace reconocimiento al final de la película, aludiendo al caso verdadero sobre el docente de Ucacha, Córdoba.
Cuando la intolerancia se alimenta de la ignorancia, encuentra un combustible eterno, porque a veces pareciera que el deseo del ser humano de no querer abrir los ojos y aprender a mirar es interminable. Aún siendo una película corta se disfruta en todo momento y no posee ni largos silencios ni espacios incongruentes que te hagan apartar la mirada. Y es que de miradas se trata. Más precisamente de saber ver.
Sugestiva y cautivadora es la obra de teatro basada en el best seller de Antoine de Saint-Exupéry, la cual corre paralela a los eventos y termina constituyendo un pilar de conexión entre Natalio y Miguel, el hijo de su empleada y también alumno suyo. El niño encuentra un apoyo incondicional en la figura de Natalio, a quien defiende y contempla como una representación cuasi paterna; y este niño, al igual que cierto príncipe, hará descubrir a la audiencia que sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos.