Cristina Tamagnini, co-directora junto a Julián Dabien y también guionista de El maestro, cuenta que la inspiración para su protagonista viene de Eric Sattler, su propio maestro de primaria y a la vez un “hacedor cultural” de la zona, en aquel caso el pueblo de Ucacha en Córdoba. Una inspiración que se hace reconocimiento explícito al final de la película. Basado en aquel maestro real, tenemos entonces a Natalio (Diego Velázquez), quien enseña en una escuela primaria de un pueblo chico del interior del país, vive solo con su madre y está entregado íntegramente a su vocación por la enseñanza a la cual vive con intensidad y dedicación.
Natalio además es homosexual y si bien es reservado al respecto no puede evitar que en ese pueblo chico donde todos se conocen se hagan comentarios, bromas y se tejan rumores respecto a su condición aunque siempre a sus espaldas. De algún modo por su posición de educador está integrado a su comunidad y su discreción le asegura cierta tolerancia, pero este equilibrio se revela precario y solo está esperando el momento para quebrarse y poner en cuestión aquello mismo que lo sostiene. Cuando Juani (Ezequiel Tronconi), un amigo de otra localidad que se encuentra en problemas y no tiene donde ir le pide ayuda, Natalio lo aloja primero en su propia casa y luego lo ayuda a conseguir otro lugar donde vivir en el mismo pueblo. Un lugar en donde, para opinión de sus escandalizados vecinos, pasa demasiado tiempo, lo cual dispara todas los prejuicios que hasta el momento habían estado más o menos reprimidos. Se produce así una escalada que arranca con chismes, comentarios por lo bajo y palabras despectivas para ir subiendo en poco tiempo a una hostilidad abierta y hasta el cuestionamiento de su capacidad para enseñar y la acusación de ser una mala influencia para sus alumnos. Natalio trata de resistir como puede esta embestida y defender su vocación aunque las circunstancias lo van poniendo contra la pared, mientras que aquellos que lo quieren no saben o no pueden defenderlo.
El maestro real ejerció en un pueblo de Córdoba, mientras que la película está filmada en Salta, pero durante el relato no se hace referencia explícita a una localidad. Se trata de un pueblo chico del interior del país de ubicación más o menos indeterminada. Del mismo modo la temporalidad tampoco es explícita y si no hay elementos que acusen la actualidad tampoco hay marcas que señalan concretamente una época. Se trata de un tiempo y lugar impreciso como para dar cuenta de la universalidad de lo que se está mostrando. El film de Tamagni y Dabien hace una crítica de la hipocresía, la discriminación, la intolerancia y los mandatos cristalizados acerca de lo que debe ser la masculinidad, pero además de este lado, si se quiere más sombrío, tiene otra línea más luminosa que tiene que ver con el reconocimiento al papel de inspirador que puede tener un maestro. Esto se ve más concretamente en la relación que Natalio tiene con Miguel, el hijo de su empleada y a la vez alumno de su clase, un chico que es acosado por sus compañeros y hostigado por la pareja de su madre, que encuentra en Natalio una fuente de apoyo no solo educativo sino también humano y un incentivo para desarrollarse como persona.
La cuestión de la homosexualidad está presente en la medida que es la desencadenante del conflicto pero es secundaria en tanto no se hace hincapié en esto a la hora de retratar al protagonista, quien por otro lado tiene que viajar a otra localidad para vivir brevemente en relación a ese deseo. Lo fundamental aquí es la pasión con la que encara su rol de enseñar, apoyar y motivar y su capacidad de generar un vínculo franco y genuino con sus alumnos. Apoyado en un elenco sólido y sobre todo una muy convincente actuación de Diego Velázquez, El maestro es tanto una crítica como una reivindicación. Lejos del alegato y la declamación, es más bien un retrato íntimo y sensible que privilegia el lado humano y trascendente de la enseñanza.
EL MAESTRO
El maestro. Argentina, 2019.
Dirección: Cristina Tamagnini, Julián Dabien. Elenco: Diego Velázquez, Ezequiel Tronconi, Ana Katz, Valentín Mayor Borzone, Danny Veleizán, Natalia Aparicio, Georgina, Parpagnoli. Guión: Cristina Tamagnini. Fotografía: Nicolás Richat. Montaje: Martín Mainoli. Música: Pablo Soler. Director de Sonido: Rufino Basavilbaso. Dirección de Arte: Andrea Benitez. Producción: Lalo Mamani, Cristina Tamagnini. Jefe de Producción: Mariano Salazar. Duración: 69 minutos.