Con un estilo que combina un drama naturalista “de hospital” con el thriller y lo sobrenatural, El mal ajeno propone una historia fuerte y atrayente, impecablemente filmada y actuada. Pero algunas notorias influencias y cierta reiteración melodramática la resienten. De la mano de Alejandro Amenábar, el director debutante Oskar Santos narra lo que le ocurre a un médico muy profesional en su manejo de situaciones límite, pero que se ha inmunizado ante el dolor de los demás y esto le trae consecuencias importantes en su entorno afectivo y familiar. Un violento encuentro termina con una vida y revive la suya, y le traerá a aparejado un don relacionado con la sanación, por el que luego deberá pagar un precio muy alto. El novel director se basó en un guión del experimentado Daniel Sánchez Arévalo, y le sirve para demostrar su mano diestra y a la vez una indisimulable semejanza narrativa y estilística con su padrino artístico Amenábar. La trama avanza con sustento, buenos diálogos, y unas cuantas sorpresas que la enriquecen. Pero asoma el nítido recuerdo de la excelente El protegido de M.Night Shyamalan, mientras que Eduardo Noriega no puede evitar mimetizarse con el George Clooney de ER, junto a situaciones melodramáticas que se acumulan en exceso, restando ductilidad al film. Aún así El mal ajeno es una pieza valiosa y atrayente, con alguna metáfora interesante. Excelentes labores de Noriega, Belén Rueda y la joven Clara Lago, dentro de un elenco muy ajustado.