El mal ajeno

Crítica de Martín Morales - MM Críticas

EL QUE SANA Y ENFERMA

Cinta de origen español que invita al espectador a la reflexión, con actuaciones muy correctas y un uso de los tiempos muy bien llevado, pero que nunca logra expresar su interesante premisa con originalidad y de manera profunda y, principalmente, cuya emoción se ve siempre amenazada por una fantasía que, si bien queda claro desde el comienzo cuál es su planteo, se intenta hacer lo más creíble y realista posible, produciendo así que muchas preguntas y escenas queden sin una justificación coherente.

La historia se centra en Diego, un hombre que decidió continuar con la línea laboral de la familia y estudiar medicina. Él sabe que para triunfar en un hospital no tiene que vincularse sentimentalmente con sus pacientes, por lo que trata de no hacerlo y de enseñárselo a sus principiantes compañeros. Un día, sus principios se van a ver jugados cuando la historia de una mujer, quien intentó suicidarse, lo toca y siente un vínculo extraño con ella. A partir de ese momento, y luego del encuentro y planteamiento con el novio de la muchacha, su vida va a comenzar a cambiar, va a adquirir un poder especial.

La cinta en todo momento, por la manera en la que los actores encarnaron a los personajes, por los planos que muestran las expresiones de cada uno de los intérpretes, por la forma en la que se decidió mostrar lo que sucede sin recurrir a efectos especiales o a otras herramientas características de este tipo de películas y, principalmente, por tratar de mostrarle al espectador los sentimientos y emociones de cada uno de los roles, desarrolla un realismo que juega con la temática "fantástica" o de ciencia ficción que aquí se plantea, y, aunque esto está muy bien logrado desde lo visual, argumentalmente se impide la justificación y que muchas escenas logren profundizar su sentido y que se den las necesarias explicaciones. Aquí el protagonista tiene un poder sobrenatural que le aparece luego del encuentro con el novio de Sara, la mujer que quiso suicidarse y, aunque nunca se dice directamente lo que a él le pasa, es el público quien tiene que descubrirlo, el realismo y la verosimilitud que se intentó plasmar en toda la narración se destaca al comienzo, pero mientras los minutos van pasando se va diluyendo y se va entrando en terrenos innecesarios y que carecen de la emoción de la primera parte.

Es así, como esta cinta, que tiene una historia muy interesante y una trama que va cambiando los tiempos cronológicos para contar sus hechos, desperdicia la temática que toca y no la hace lucir. Por ejemplo, cada vez que una persona está enferma a punto de morir se crea un paralelismo con un nacimiento o una curación que aporta mucho sentimiento, pero que rápidamente se olvida y se corta con un primer plano al rostro del protagonista o alguna escena del pasado. A su vez, se juega siempre con el límite, llamando a la lágrima más sencilla posible. Todas las escenas en las que el drama se prioriza, se muestra una situación en la que un familiar o allegado al protagonista se está muriendo o está sufriendo, cosa que le aporta una innecesaria cuota de saturación y de poco realismo que molesta, que se va acumulando y repitiendo varias veces mientras los minutos van pasando.

Pese a estos problemas, la cinta está muy bien actuada. Eduardo Noriega le aporta a su personaje, Diego, esa cuota de credibilidad y emoción que su personaje siempre necesita, pese a que él protagoniza una persona que no tiene demasiados momentos de felicidad y siempre lo rodea el dolor, impidiéndole mostrar diferentes matices en su rol. Belén Rueda aparece poco, pero cuando lo hace acapara la atención de la pantalla, en especial cuando muestra con expresiones la identidad de su personaje y esa desesperación que la lleva a alcoholizarse. Angie Cepeda, está muy bien, principalmente en sus escenas junto a Noriega.

Bien fotografiada, cruda visualmente, con una intención satisfactoria y bien lograda por hacer pensar y reflexionar al espectador, pero con un guión que no se luce, con una temática muy interesante que se queda a mitad de camino y con un abuso de recursos dramáticos para hacer llorar y emocionar al espectador que cansa y se va repitiendo durante todo el transcurso de la narración. Una cinta sobre la vida y sobre las decisiones que tomamos para salvar a quienes más queremos, cuya intención por parte del director, no se ve clara ni concisa.

UNA ESCENA A DESTACAR: la primera mitad, muy bien lograda visual, argumental y actoralmente (lamentablemente cae estrepitosamente mientras se acerca al final). A su vez, hay un error que sucede en la escena en la que Diego se hace una tomografía, que es un detalle, pero que en cierta manera interfiere en la atención del espectador (metal).