Manos curanderas
La opera prima de Oskar Santos tiene a Eduardo Noriega como un médico que casi muere y obtiene un don sanador.
El título bien podría caberle al resultado de la película. En su opera prima, el vasco Oskar Santos contó con la producción de su amigo Alejandro Amenábar, un cineasta que en buena parte de su filmografía expuso su afición por lo sobrenatural o al menos por las historias de gente al borde de la muerte.
Los otros , con Nicole Kidman, y Mar adentro son manifestación de ello.
Y así es que El mal ajeno , para el espectador no avisado, puede pasar por una realización de Amenábar, ya que tiene muchos tópicos en común con su cine, no sólo en su trama, también en la utilización rimbombante de la música: otra demostración de lo altisonante, ostentoso y grandilocuente que es, por momentos, el relato.
Guionista de algunos capítulos de Hospital central , por lo que el hombre ya estuvo entre internaciones y salas de operaciones, Daniel Sánchez Arévalo bosqueja una historia con tintes sobrenaturales a partir de un médico que suele no relacionarse con sus pacientes, que sufren enfermedades terminales. Pero una noche, cuando enfilaba para su hogar –igualmente resquebrajado con una hija a la que no comprende y a punto él mismo de separarse- recibe, más que palabras de denostación, un balazo de muerte por parte del amante de una paciente. Estando allí mismo, lo llevan al quirófano y, como de la nada, despierta.
A partir de allí toda la película será cuestión de creer o reventar. Porque Diego comenzará -primero sin entenderlo, luego tendrá su explicación traída de los pelos- a curar pacientes con sólo tocarlos. Pero tiene sus consecuencias. ¿Milagro? ¿Obra de la santidad? Nah.
El mal ajeno se desarrolla en lo básico en el sanatorio, y los personajes más apegados al doctor son mujeres. Su ex, su hija, la paciente, la esposa de aquel hombre que le disparó. Santos elige para el último plano precisamente a parte de su elenco femenino, y si es cierto que la primera y la última imagen de una película son como la firma del realizador, pues ahí tienen su importancia.
Lo que en cierto modo molesta del filme es su tono. Pareciera que Santos quiere enrostrarle al espectador el “mensaje”, ya sea con fuertes imágenes o con diálogos que son más frases remanidas que intentos de comunicación.
Sí contó con un elenco de notables, encabezado por Eduardo Noriega, Angie Cepeda (la paciente), Cristina Plazas (la ex), Clara Lago (la hija) y Belén Rueda (la esposa del que intentó matarlo). Todos muy descarnados y con las emociones a flor de piel.