Si bien no está presentada como una pieza reveladora acerca de realidades ocultas en territorio africano, El mal del sueño tiene un enfoque por lo pronto disperso, que no deja en claro su cometido. Se trata de un film alejado de lo convencional e imbuido en una peculiar postura artística, lo cual no justifica sus falencias.
El mal transmitido por la picadura de la mosca tse-tse es una problemática abordada tangencialmente por este film del germano Ulrich Kohler, cuya trama se ocupa fundamentalmente de los devaneos del doctor Velten, afincado en África para mitigar los efectos de esa enfermedad en la comunidad. Cuando su mujer prefiere volver a Alemania, él decide permanecer allí no sólo por su vocación sino por un misterioso apego, factores que investigará un doctor francés de origen congoleño que es enviado a la zona. Un desenlace alegórico y risueño, que se relaciona con una leyenda regional, ofrece una bienvenida sorpresa en el final, pero no rescatan a El mal del sueño de sus baches narrativos y personajes inconsistentes, incluyendo la declarada homosexualidad del médico recién llegado, un dato que nada aporta a la historia. Bien filmada pero caprichosa y desprolija, la película no se destaca por su causa
humanitaria ni por sus valores estéticos y conceptuales.