"Dos caras de la historia"
Eugene Allen nació el 14 de Julio de 1919 en Scottsville, Virginia, donde pasó toda su infancia y gran parte de su adolescencia trabajando como peón y posteriormente como sirviente de una familia acaudalada dueña de grandes campos.
Al salir de allí, donde había aprendido todo lo necesario para trabajar como mayordomo, trabajó en el prestigioso The Omni Homestead Resort, ubicado en la misma ciudad. Años después se mudaría a Washington D.C para trabajar en un reconocido Country Club.
Por esas vueltas de la vida, Allen se enteró de que la Casa Blanca estaba realizando entrevistas laborales en busca de asistentes para diferentes puestos, por lo que se presentó y quedó seleccionado como parte de un nuevo grupo de trabajo.
Desde el año 1952 y hasta 1986, Eugene Allen trabajó en la Casa Blanca donde fue subiendo peldaños lentamente (entre ellos, el de mayordomo) hasta llegar a convertirse en Maestro de Sala.
Allen atravesó a lo largo de sus 34 años de trabajo de 8 periodos presidenciales (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter y Reagan) y, por ende, vivió desde adentro algunos de los sucesos más importantes de la historia norteamericana moderna.
De toda esa historia verídica se valieron el director Lee Daniels (“Preciosa”) y el guionista Danny Strong para realizar una película que va mucho más allá del drama y el patriotismo norteamericano y se centra en un plano mucho más interesante: Los cambios sociales y políticos que generaron los afroamericanos dentro de los Estados Unidos debido a la opresión y violación de derechos que sufrieron por la segregación racial.
Ahí me quiero centrar para hablar de “El Mayordomo”, ya que se trata de un film inteligente, con una interesante puesta en escena, grandes actuaciones y un honesto y sentido mensaje social que critica en voz alta a la xenofobia, al racismo y a cualquier otra postura anti-igualitaria.
El único problema que tiene esta producción está tan encastrado, tan insertado dentro de su raíz, que resulta muy difícil hablar de él sin caer en la injusticia y la critica sin sentido.
Estoy hablando de Lee Daniels, director que se propone hacer llorar a una persona hasta llenar de lágrimas una pileta olímpica en todos sus trabajos cinematográficos a costa de golpes bajos innecesarios, personajes irrelevantes y situaciones pegajosamente dramáticas.
Si bien en esta nueva película Daniels no disparó todo su repertorio de amarillismo y sensibilidad barata como si lo hizo en “Preciosa”, se esmeró por darle un lugar importante a esas pequeñas dosis de lágrima fácil en varios momentos del film.
El inicio y el final de “El Mayordomo” son el claro ejemplo de esto, pero también hay muchas otras manchitas más que demuestran que Daniels todavía no consiguió pulso prolijo para darle el machazo justo al espectador y emocionarlo de forma honesta.
Quiero decir; Se nota demasiado, y hasta resulta chocante, cuando “The Butler” se propone pegar bajo en el espectador ya que lo hace de forma absurda, inesperada e injustificada a través de su guión.
Y es una verdadera lástima porque estamos verdaderamente frente a una gran película que, sin necesidad de caer repetidas veces en el golpe bajo, logra hacernos reflexionar sobre un contexto histórico y social que todavía sigue vigente en algunas partes del mundo (de forma menos explícita) y que se adaptó lamentablemente para castigar a nuevas minorías.
“El Mayordomo” está ligada históricamente a la lucha por sus derechos como seres humanos y personas que sufrieron y llevaron adelante los afroamericanos (con referencias a personajes como Martin Luther King, las panteras negras, Nelson Mandela y la mismísima presidencia de Barack Obama), pero tranquilamente la podes trasladar y analizar en contextos actuales donde la homofobia y el racismo todavía sigue cobrándose víctimas a lo largo de todo el mundo.
Por si fuera poco cuenta con un elenco repleto de talento, donde se destaca ampliamente Forest Withaker, seguido por David Oyelowo, Cuba Gooding Jr. y Alan Rickman.
De hecho, por momentos, la historia paralela que sigue la vida del personaje interpretado por Oyelowo termina siendo mucho más interesante que aquella que tiene como protagonista al mayordomo, lo cual es un indicio de que la película podría haberse tranquilamente encarado desde otro lado, con las mismas intenciones, y el resultado sería igual de gratificante.
Sin embargo “El Mayordomo” es una propuesta que vale la pena destacar, pese a sus golpes bajos y ciertos pasajes nacionalistas, por su sincero y directo mensaje a favor de la igualdad de derechos en el mundo entero.
Que para cumplir ese objetivo se haya escrito un guión (basado ligeramente en personajes y situaciones reales) y posteriormente filmado una película de intachable factura técnica, con excelentes actuaciones, es algo que merece la pena ser apreciado y reconocido.