Un reparto de notables encabeza una historia dinámica en su concepción y narración.
La historia norteamericana podrá parecernos a muchos un tema ajeno, pero sin embargo entendimos y disfrutamos películas tales como Todos los Hombres del Presidente, Rescatando al Soldado Ryan y Forrest Gump. La explicación se encuentra en una buena narración que apela a emociones y temas universales que trascienden muchas veces el patrioterismo inherente al revisionismo que suele exponer esta clase de películas.
¿Cómo está en el papel?
La película cuenta la historia de un hombre afroamericano, que tras la muerte de su padre aprende a ser sirviente para eventualmente volverse el mayordomo de la Casa Blanca a lo largo de siete administraciones presidenciales, desde 1957 a 1986. Obviamente este empleo trae como saldo dificultades en su matrimonio y sobre todo con su hijo, que se involucra en el movimiento por los derechos civiles, que estaban en auge durante esa época.
El guion es bastante sólido y directo en lo que está contando. Obviamente, el mayor atractivo de la historia es ver cómo este mayordomo se desenvuelve en la residencia presidencialThe-Butler-Whitaker-jpg más conocida del mundo. En esta parte del relato, Lee Daniels, director y Danny Strong, guionista, a riesgo de quedar como pro-yanqui o pro-raza negra in extremis, tratan de retratar a los presidentes no tanto como figuras de poder, sino como seres humanos vulnerables con una enorme responsabilidad descansando sobre sus hombros. Esto, que inicialmente puede ser leído como una perspectiva romantizada de una historia ––que los mas versados sabrán–– es mucho más oscura, es en realidad el trasfondo de la verdadera carne del relato: la confrontación del mayordomo con su hijo. Ambos conocen el odio y la discriminación bastante bien, pero la diferencia enorme reside en que el primero tiene acceso a los dos lados de la balanza, mientras que el otro solo cuenta con especulaciones, en lo que la acción o apatía del gobierno se refiere.
La película oscila con timing y cautela entre ambos puntos de vista, el cómo estos cambian ante los eventos, y como su intercambio de opiniones provee conflicto a la vez que balance; mas familiar que político.
¿Cómo está en la pantalla?
a_560x375La película tiene una excelente fotografía y dirección de arte con un uso detallista de las texturas, adecuándose a cada década en la que transcurre la trama. Esto se traduce en un cuidado y organizado montaje que mantiene el ritmo y privilegia las reacciones de los personajes.
El nivel interpretativo es sobresaliente. Forest Whitaker es brillante como el mayordomo titular, y Oprah Winfrey ofrece un más que digno secundario como su esposa.
Por el lado de los presidentes pasa algo parecido a lo que ocurrió con Frank Langella en Frost/Nixon. Ninguno se parece a sus contrapartes de la vida real, pero entregan unas interpretaciones que te hacen olvidar de eso por completo. En concreto, todos son excelentes, todos ellos: Robin Williams, James Marsden, Liev Schreiber, John Cusack y Alan Rickman. Aunque cabe señalar que de todo este ensamble el que verdaderamente destaca es John Cusack, con un Richard Nixon imperdible que le permite, sin ningún complejo, sentarse a la misma mesa que Anthony Hopkins y Frank Langella, las otras dos memorables interpretaciones que se recuerdan del ex-presidente.
Conclusión
Aunque a algunos pueda parecerles un poco patriotera, El Mayordomo es una historia escrita con inteligencia y sensibilidad, narrada en imágenes con mucho atino, y brillante por el consumado trabajo de un plantel actoral en donde no desentona ninguno. Una película que vale la pena por donde se la mire.
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