Escuela de asesinos
Un criminal a sueldo le enseña a otro los secretos de “la profesión” en este thriller protagonizado por Jason Statham y Ben Foster.
Jason Statham es una de las caras más repetidas de la inagotable cantera de remakes de películas clase B de la década del ’70. Después de títulos como La estafa maestra y La carrera de la muerte ahora le llegó el turno a El mecánico , remake del thriller de 1972 protagonizado por Charles Bronson y dirigido por Michael Winner (dupla que se repetiría dos años después en El vengador anónimo ), que aquí se conoció como Asesino a precio fijo .
Y se entiende el porqué de esta asociación. A diferencia de otros héroes de acción (los musculosos de los ’80, digamos), el británico Statham maneja bien la dureza y cierta solemnidad de los antihéroes de la década previa, y su forma de manejarse le debe más a Bronson, Clint Eastwood y Lee Marvin que a sus más fornidos colegas de Los indestructibles .
El mecánico arranca muy bien, con ese tono de thriller metódico y silencioso de los ‘70. Statham encarna a Arthur Bishop, un asesino a sueldo cuya primera misión es deshacerse de un narcotraficante colombiano. Y lo hace a la antigua: oculto, sin escándalos, amenazas ni explosiones. Discreción pura.
Al regresar recibe la orden para hacer un nuevo trabajo: asesinar a su “mentor”, Harry (Donald Sutherland), al que termina matando y haciendo pasar como un accidente. En el entierro Arthur conoce a Steve (Ben Foster), el hijo de Harry, que busca venganza por la muerte de su padre, sin saber que Arthur fue el culpable. Y Arthur termina enseñándole al más impulsivo y desorganizado Steve los secretos de su profesión, pero las circunstancias los llevarán a vivir situaciones inesperadas.
De las tres partes en las que se divide El mecánico , la primera es la mejor. Luego, el entrenamiento y los primeros pasos en el trabajo de Steve sostienen en cierta manera el interés, pero ya van dando muestras hacia dónde se dirige el filme y cómo todo ese bajo perfil del comienzo terminará perdiéndose. Y en la última parte, cuando las traiciones y descubrimientos abundan, Simon West ( Con Air, Tomb Raider ) parece más interesado en poner toda “la carne al asador” dejando bastante de lado la relación entre los personajes y los conflictos centrales de la trama.
El mecánico es relativamente disfrutable, también, como un choque entre un action man como Statham y un actor “intenso” como Foster ( El mensajero ). No llega a ser un seco policial como los que intenta remedar, pero tampoco da vergüenza en el intento.