Durante el tiempo que este blog ha permanecido "al aire", se ha tratado de demostrar que no hay tal cosa como "géneros menores" en el cine, aunque sí hay películas y artistas que pueden serlo perfectamente. Los films de acción son rata de laboratorio de estudios sedientos de éxito económico y pocas veces los conejillos de grandes directores. No obstante, esta vertiente del séptimo arte ha dado sus frutos en catapultar estrellas: Schwarzenegger, Stalone, Bruce Willis y ahora Jason Statham, el británico que en esta película de Simon West caracteriza a aquel personaje que en su momento hizo Charles Bronson, otra figura antológica.
Statham -a quien recordamos por sus papeles en Snatch, cerdos y diamantes y The transporter- interpreta al perfecto asesino a sueldo, con el perfil de un James Bond pero como extraído de una renovada Kriminalgeschichte: el "héroe" que provoca simpatía siendo el más pérfido criminal. Arthur Bishop no estaría, empero, de acuerdo en que cataloguemos su actitud como pérfida, puesto que él trabaja simplemente como un mecánico, "arreglando cosas"y de allí ningún tipo de traición puede colegirse si la paga fue la correcta. Pero esta ética es ajena a los negocios y Bishop se verá envuelto en los peligrosos cruces de Harry McKenna (Donald Sutherland) y Dean Sanderson (Tony Goldwyn), clientes suyos y socios entre sí. Tras lo que la conciencia de este asesino considera un grave error, Bishop decide entrenar a Steve McKenna (Ben Foster), hijo del anciano empresario, en las artes del asesinato invisible. Estos hombres atraviesan un muy peculiar purgatorio, que es más un infierno para el manualcito profesional de Bishop.
Realmente Statham es un grande en su porte, en sus actitudes y en su salsa, que es este género cinematográfico. Sin embargo, no basta para otorgarle a este film el sello de unicidad que casi toda obra precisa y, enfáticamente, un mensaje que exceda el intento de convertirse en un nuevo clásico, lo cual dudo que consiga. Nada de esto implica una decadencia absoluta, pero si Simon West pretende, tal como confiesa, continuar su carrera con este tipo de cine, deberá ajustar algunas clavijas en el ámbito de la originalidad. Los amantes de la acción, con tiros, muertes y situaciones extremas no pueden dejar de ver El mecánico y, por supuesto, presentar su opinión preferentemente por este querido medio que dirijo, y quizá sean capaces de explicar a este servidor por qué en su visión la película no cruzó los límites de lo que hace a una obra, al menos, "interesante", como pudo lograr esa curiosa pieza que es RED o la vieja y querida Die Hard.