Más Statham, menos West
Antes que nada, el dato que no debe faltar en una crítica de El mecánico: es una remake del film de 1972, The mechanic, protagonizado por Charles Bronson y… bla bla bla. En rigor, estamos ante una película de acción con muchas similitudes con El transportador, un poco torpe en su desarrollo, pero que se deja ver.
Sólo por el papel en Los indestructibles Jason Statham merece mi respeto, y luego de varios films de acción (toda la saga de El transportador incluida, y buenas cosas como Crank y El gran golpe) podemos decir que estamos ante alguien que ocupa con dignidad el lugar que de a poco han ido dejando Stallone, Van Damme, Schwarzenegger o hasta el mismo Bronson. Statham interpreta casi siempre a un tipo durísimo, sin emociones, eficaz, creativo a la hora de matar, de voz áspera. Lo mismo pasa aquí con su Arthur Bishop de El mecánico, quien es un asesino a sueldo (el mejor) o como él se define “alguien que cumple tareas predeterminadas” (¿hello Transportador?). Esas tareas son, en general, diferentes tipos de asesinatos. Por “trabajo” deberá asesinar a su mentor Harry McKenna (el genio de Donald Sutherland) y luego entrenará al hijo de este, Steve McKenna (interpretado eficazmente por Ben Foster), y comenzará una historia de traiciones, traiciones y traiciones, también de venganza y algo de acción. Vale aclarar que la figura de Simon West, responsable anteriormente de Con Air y Tomb raider, entre otras, tropieza demasiadas veces en este film, con un desarrollo bien tosco, con pocas escenas de acción, bien filmadas pero sin sustancia interesante que las una. Porque luego de un muy buen prólogo enseguida estamos en mitad del film, allí donde no debería pasar nada ¡no sucede nada por demasiado tiempo! Intenta conducirnos por la relación maestro-aprendiz/camarada entre Bishop y Steve McKenna, que no despierta demasiado interés, ya que sospechamos desde temprano que no terminará nada bien. No hay juego con los códigos del género, ni sentido del humor, sólo lugar común tras lugar común, y aunque Statham lo sostiene todo, no puede por sola presencia hacer que la película fluya con más naturalidad.
Hacia el final El mecánico se despierta, sobre todo con la escena del ataque de los dos protagonistas a Dean (el jefe de la organización para la que trabaja Bishop, interpretado por Tony Goldwyn), aunque no remonta lo suficiente como para olvidar el tedio de unos minutos atrás. Por lo tanto, las dudas de West resultan en un film irregular, que no es un bodrio absoluto pero casi. Una lástima porque podría haber sido el film vertiginoso de los primero minutos, pero termina siendo uno más de los estrenos fallidos y olvidables de este año.