El último gran héroe
Lamentablemente ya no estamos en los ochenta, aquella época gloriosa del cine de acción en el que estrellas como Arnold Shwarzenneger, Silvester Stallone y Bruce Willis llevaban gente a las salas con solo nombrarlos. Tiempos en que los héroes de las películas de acción eran verdaderos animales cinematográficos, tipos musculosos y rudos que llenaban la pantalla con su sola presencia física. Ahora, lo que conocemos como héroes de acción son adolescentes carilindos como Orlando Bloom o Paul Walter, incapaces de intimidar a un pequinés. Sí, hay también algunos intentos (más que nada fallidos) de querer volver a esas épocas de gloria, con tipos como Vin Diesel y Dwayne “The Rock” Johnson, pero es inútil: las épocas de Arnie y Sly se terminaron (pese al intento de revival que significó Los indestructibles).
Pero cuando parece que el modelo de estrella de cine de acción es cada vez más prehistórico, ahí lo tenemos al gran Jason Statham. Con su pelada resplandeciente, sus abdominales hiper trabajados y su rostro firme y decidido, este actor ingles logra mantener viva la llama del cine de acción más puro. Ya sea manejando su BMW por los techos de un edificio en la saga de El Transportador o corriendo a contrarreloj en las desaforadas Crank y Crank: High Voltaje, Statham logra convencernos de que cualquier proeza física es posible, y eso porque a diferencia de sus competidores, él sabe cuáles son sus limitaciones actorales (lo que no quiere decir que sea mal actor) y deja que sean sus puños y sus patadas los que actúen por él.
En El Mecánico Statham interpreta un asesino a sueldo (¡cuándo no!) que luego de caer en una trampa que lo lleva a matar a su jefe, se dedica a entrenar en el oficio al hijo del mismo (Ben Foster), un joven drogadicto y sin rumbo que quiere vengar a su padre a toda costa. La película se deja ver, tiene un espíritu propio de los thrillers de los setenta como A quemarropa de John Boorman y las escenas de acción no están mal, pero no es algo que pasará a la historia ni mucho menos. Y es por eso que lo de Statham es más valorable todavía, ya que su sola presencia y su porte hacen de El Mecánico algo mucho más disfrutable de lo que realmente merecería ser. En un mundo perfecto no tengo dudas de que Jason Statham sería la superestrella de acción más codiciada del planeta, pero como dije al principio, ya no estamos en los ochenta.