Comprometida y genuinamente conmovedora, El mensajero habla de las secuelas irreparables de la guerra desde un punto de vista poco habitual, además de hondo y descarnado. Indagación que aborda al personal asignado al Servicio de Notificaciones de Víctimas de Guerra en Estados Unidos, aquellos soldados y oficiales encargados de comunicar a los familiares acerca de la muerte de un combatiente. Víctimas de conflictos en los que se embarca ese país con el aval de gobiernos belicistas y capitalistas como el de George W. Bush. Dos integrantes del ejército enfrentan la ardua tarea de transmitir malas nuevas, mientras bromean y discuten en el camino y buscan luego alivio y alguna compensación adictiva en sus respectivas casas. Pero uno de ellos empieza a sentirse atraído por una reciente viuda a la que contacta, ante lo cual el desapego y la distancia ordenada por sus superiores se desvirtúa y se acrecienta el conflicto con su compañero.
El guionista Oren Moverman (I’m not there) debuta aquí como director y logra imbuir a una trama sencilla con pocas alternativas de una notable intensidad dramática. Los ajustados diálogos y las compenetradas interpretaciones aportan otros elementos significativos de una obra fuerte que a veces corta el aliento. Woody Harrelson y Ben Foster asumen sus roles poniendo en juego una emocionalidad constante y redondean dramáticamente un film que hay que ver.