La gastronomía es un universo aparte. Resulta increíble cómo millones de personas pueden llegar a valorar un arte y cómo otras millones nisiquiera la reconocen en sus vidas. Para ser un buen chef se necesitan técnica, pasión y una constante búsqueda de la perfección. Sin embargo, y como es de público conocimiento, este arte culinario también puede traer las peores de las frustraciones. De eso trata The Menu, de Mark Mylod, de cómo la gastronomía se mezcla con la excelencia y la obsesión. Además se pregunta: ¿Qué tan lejos se llega para demostrar perfección?
Anya Taylor-Joy interpreta a esta joven muchacha que acompaña a su pareja a una cena de lujo en una isla privada apartada de la ciudad. Dicho lugar se llama Hawthorne, y el restaurant está dirigido por el chef Julian Slowik (Ralph Fiennes). La ocasión se trata de uno de los tantos servicios que ofrece dicho chef. La velada se organiza de esta manera: un grupo variado de personas embarca un bote para llegar a la ísula y poder degustar de los excelentísimos platos que propone Slowik.
El grupo de personajes lo integran una variedad de figuras. Se encuentra esta pareja, un matrimonio mayor, una crítica culinaria y su editor, un actor y su secretaria y tres hombres que ostentan mucho dinero. Y es que, para acceder al servicio, se tienen que pagar poco más de mil dólares. Esta pluralidad de personajes permite un excelente desarrollo de la historia. Ninguno de ellos está ubicado al azar, y todos tienen su función. Sin embargo, es fácil reconocer con cuáles se puede empatizar y con cuáles no.
Tanto en la película como con la narración, Ralph Fiennes lidera todas las situaciones. El actor británico se destaca por sobre las demás personalidades y brinda una impresionante interpretación. Él es el encargado de manejar los hilos de la velada y de presentar su tan esperado menú. Por lo tanto, en The Menu, se podría decir que el narrador y el verdadero constructor de la historia es Fiennes.
La película es excelente a nivel narrativo. Posee un excelente manejo del suspenso que va in crescendo a lo largo de todo el largometraje. Cada plato representa un estadío de perfección que se va a ir instalando cada vez más túrbido. Este perfecto retrato sobre la perfección y la obsesión, además, se burla constantemente de la gastronomía fina y de sus personajes. Se puede interpretar como una sátira, pero es innegable el impecable uso del humor ácido.
The Menu es una comedia negra impredible que trata temas sobre la manía y la búsqueda de la perfección. Una excelente estructura narrativa ayuda a que la película resulte en todo momento llamativa y atrapante. Su forma de narrarse es efectiva, con una construcción progresiva, tanto del suspenso como del relato en sí. Quizás en su descenlace el chef Slowik no llega a la perfección, pero la película que lo retrata sí lo hace.