"El método Tangalanga": fábula con toques fantásticos
La película busca no tanto ser fiel a la biografía del Dr. Tangalanga como al espíritu entre inocente y provocador de su humor.
El Doctor Tangalanga se convirtió en una leyenda de la cultura popular a partir de sus famosas bromas telefónicas, registradas a lo largo de medio siglo. Grabados en cassettes que pasaban de mano en mano de forma anónima, sus llamados mezclaban absurdo y vulgaridad, pero siempre con un tono y un lenguaje inicialmente formal y elegante que los hacían aún más desconcertantes, confiriéndole esa personalidad única que lo convirtió en un secreto a voces. A diez años de su fallecimiento, cualquier argentino conoce o ha escuchado algunas de las breves piezas de su vasta obra humorística. Tal es su fama, que el cine lo ha tomado como excusa para una película. Una comedia, por supuesto, que a partir de datos conocidos de su historia personal busca no tanto ser fiel a su biografía como al espíritu entre inocente y provocador de su humor.
Se trata de El método Tangalanga, tercer largo del cineasta argentino Mateo Bendesky, en el que aborda, amplía y reinventa el mito de origen de este personaje tan travieso e impertinente como querible. No es la primera vez que el cine se ocupa de su figura: el director y humorista Diego Recalde realizó una serie de documentales bajo el título de Víctimas del Doctor Tangalanga, en la que brinda la contraparte de aquellos famosos llamados telefónicos, entrevistando a algunos de los incautos que cayeron en sus redes. A diferencia de esta, la película de Bendesky trabaja desde la ficción, tomando algunos elementos de la realidad para darle al relato la forma de una fábula con toques levemente fantásticos.
Jorge es vendedor en una compañía de jabones al que la enfermedad de un amigo y compañero de trabajo lo obliga a asumir roles inesperados. Por un lado, acompañar a su amigo en el momento difícil, pero al mismo tiempo ocupar su lugar en la empresa. Sin embargo, su proverbial timidez le impide lograr sus objetivos. En plena era de los superhéroes, El método Tangalanga se asemeja al relato de origen de uno de ellos. Como en estas historias, Jorge tiene una debilidad que no lo deja desarrollar su fortaleza, hasta que un hecho extraordinario destraba ese poder. En este caso, una locuacidad que se activa con el tono del teléfono y le confiere una valentía que le permite realizar una serie de bromas telefónicas que servirán, entre otras cosas, para alegrar a su amigo durante la convalecencia.
El problema es que el protagonista es incapaz de dominar su nuevo poder a voluntad y esa lucha interna será la que motorice el resto de la película. Un trabajo en el que Bendesky logra una notable reconstrucción de los años ‘60, no solo en el terreno del diseño de arte sino también de cierto espíritu cinematográfico de la época. En el plano humorístico, la comedia a veces funciona y otras no tanto, pero un elenco de notable eficacia para la puteada, con el gran Martín Piroyansky en el rol de Jorge/ Tangalanga, logran sostenerla dignamente.