Es un ensayo documental de Alejandro Fernandez Moujan y su estreno será acompañado con una retrospectivas del realizador con sus films “Las Palmas: Chaco», «Espejo para cuando me pruebe el smoking» , «Pulqui, un instante en la patria de la felicidad» , «Los resistentes» y «Damiana Kryygi» Bellas imágenes, poderosas y seductoras, muchas veces realizadas con cámara fija, en una captura hipnótica del devenir de un río que nos pertenece porque vivimos a su orilla o como reflexiona el director somos ese río que no se repite, que se muestra calmo o violento, que tiene recuerdos de un pasado que lo engloba todo. Dejarse llevar por esa fascinación de pertenecer a una naturaleza que muchas veces nos cobija y otras nos pone en peligro. Algunas voces lejanas se cuela en la realización para revelar la presencia humana y otras veces un texto que la cámara reinventa y nos obliga a interpretar.
“Hay entre los árboles una dicha pálida / final, apenas verde, que es un pensamiento / ya, pensamiento fluido de los árboles, / luz pensada por éstos en el anochecer?”. En la nueva película del documentalista Alejandro Fernández Mouján, los versos de un poema deambulan en la textura de un papel que asoma entre tanta naturaleza. La cita culmina inesperadamente con un signo de pregunta. ¿Es esa estrofa nada menos que un enigma? Árboles que exhiben su esplendor ajeno a la mirada de la cámara, las gotas de rocío que se deslizan por las hojas, los juncos que resisten el embate del viento, el canto de los pájaros que celebran el cambio de estación. Esas presencias y esos momentos son captados en soledad a lo largo de tres años a la vera del Río de la Plata, enigmático y misterioso pese a su cercanía y a las infinitas narrativas que han intentado revelarlo. Pero (…) el mismo río no es solo un documental de observación sobre la naturaleza; la película asume una mirada política sobre un tiempo, aquel que alumbró un cambio de vientos en América Latina en la segunda mitad de la década del 2010, un tiempo de interrogantes y búsquedas hacia lo demasiado conocido. Y el río inspira a ello, a una permanencia que atempera la erosión de la Historia, que captura en esas imágenes únicas ese recuerdo frágil. Mouján anuda los vidrios empañados con el fuego al aire libre, el canto del bicho feo con el arrobo de la vegetación rioplatense. “Todo el mundo sabe que el junco, cuánto más se corta, más crece” escribe en tinta negra citando a Haroldo Conti. Mouján se ha erigido como uno de los documentalistas más prestigiosos de nuestro país, dueño de una mirada propia que asume la de sus imágenes, la de esa memoria del paisaje hecha correntada, insistente día a día, del otoño a la primavera. Otros de sus documentales, como Las Palmas: Chaco (2002) o Pulqui, un instante en la patria de la felicidad (2007), tomaron como sujeto del relato la obra del hombre, espacios convertidos en recipientes de historias negras y gestas triunfantes, devenires asombrosos con sus anécdotas y sus desilusiones. (…) el mismo río, en cambio, es una línea recta que sigue la obra de la naturaleza, feroz e inquebrantable; la obra en su repetición, circular, siempre dispuesta a reiniciarse, a retomar el rumbo dejado atrás. En sus años de documentalista, Roberto Rossellini también se refugió en la naturaleza como en un tiempo de espera, mezcla de magia y fauna acuática como lo revela uno de sus cortos de 1941, Il ruscello di Ripasottile. En esa estela, Mouján se despoja de toda retórica para ver el mundo con ojos directos, para seguir el curso de un río que no se agota como los hombres, que encuentra siempre el camino de salida. Una hormiga lleva un trozo de hoja verde con una persistencia divina y ancestral, no ceja en su empeño y es recompensada. Un gato duerme imperturbable en un trapo de piso, mientras la brisa agita las hojas y el sol prepara su escondida. Mouján mira ese río tan conocido, ahora nuevamente convertido en niebla y misterio.
Una cámara captura los movimientos alrededor de la costa. El tiempo pasa y dos hechos históricos anclan ese pasaje. Imágenes que se suceden y por acumulación potencian ideas sobre el encierro y la naturaleza en una propuesta íntima y fugaz.
Un ensayo poético que nos sumerge en el espesor de la vegetación en la vera del río, en los infinitos paisajes y en la diversidad de formas que se pueden apreciar en las imágenes de los árboles secos o en las sombras de la frondosa nocturnidad de los atardeceres ribereños.
“El mismo rio”, documental de Alejandro Fernández Mouján. Crítica. El rio como el protagonista de la historia. El Rio de la Plata dice presente y le habla poéticamente al espectador y a la espectadora a través de una retórica que nos hace reflexionar sobre la relación que, como humanos y humanas, construimos con el río. El agua del rio nutre plantas, flores y árboles y arrastra sedimentos rumbo el mar, acarreando historias de un mundo biótico y abiótico con el que convivimos desde los comienzos de la humanidad. ¿Cuántas veces hemos construido ciudades que han dado la espalda al rio y a su costa? ¿Qué nos lleva a olvidarnos del rio y de su cauce haciendo que lo neguemos y terminemos depositando nuestra peste humana ensuciando sus aguas? De eso se trata el documental, de traernos de vuelta a la Tierra y contemplar el rio para recordarnos que es nuestro deber convivir armoniosamente con la naturaleza respetando tanto lo que está vivo como lo que no lo está.
A simple vista, la última película de Alejandro Fernández Mouján podría ser un bello ensayo sobre la naturaleza, el paso del tiempo, los sonidos de un rio; sin embargo, el director va más allá o más acá tanto en su recorrido como en su intención. (…) el mismo rio abre su relato con un plano fijo, detenido. La naturaleza que es ese pleno exterior se muestra lluviosa, el ruido de las gotas sobre la tierra marca desde el inicio la rítmica cadencia del documental. De pronto, una imagen de archivo irrumpe, el anuncio de la muerte de Fidel Castro, esta imagen resemantiza el documental que no es sólo un ensayo sobre la naturaleza sino que además muestra esa otra naturaleza, la naturaleza política del hombre. Sobre el cierre, también aparece otra imagen de archivo donde se ve el derrocamiento de Evo Morales y el rechazo de la mayoría de la población a la asunción de Jeanine Áñez. Estas dos imágenes enmarcan el documental y lo transforman, guían los múltiples sentidos que la naturaleza a lo largo del tiempo, cíclicamente, hace estallar. La política, especialmente la latinoamericana también tiene ciclos, ciclos que coartan las libertades que la naturaleza ofrece, ciclos que imponen miradas de odio y que, lamentablemente, suenan demasiados conocidos. Esas dos imágenes de plena política también están secundadas por la hermosa visión y sonido de un llamador de ángeles de madera. Se dice que esos llamadores protegen a quien los tiene, le dan bienestar. Al bambolearse con el viento, el sonido, cantarino y vibrante, aparece como un marca estilística del director que intenta y lo logra construir un hiato, una llamada al espectador para que levante la vista y magnifique la escucha. Ese sonido junto con las imágenes políticas abren y cierran el documental “llamando la atención” sobre la realidad que, inclusive ahora, en este presente tan confuso tan cíclico, necesita ojos y oídos atentos. La construcción de los planos de Mouján es perfecta. Un interior, una cama deshecha y los sonidos del afuera que entran y los de adentro que salen; los límites son imprecisos, ese afuera donde la naturaleza sigue su curso irremediablemente y ese interior que es permeable a los sonidos y a la luz. La nervadura de una hoja muestra su verde repleto de clorofila, de esa sangre verde que deberíamos ver en sus detalles. Flores esplendorosas y un poco marchitas. Grietas y heridas en los árboles. La densidad y la ligereza del rio. ¿Piensa la naturaleza? ¿Cómo son sus signos? ¿Cómo comprender los sonidos de los árboles, del rio, de la lluvia? ¿La naturaleza tiene memoria? Haroldo Conti, Juan L. Ortiz, Juan Watanabe y sus sendos y bellos poemas. Un dibujo a medio hacer. Tal vez la única posibilidad de entender, de comprender la naturaleza, su memoria y sus signos sea el arte, la poesía, la literatura, la pintura, la fotografía. Esas son las formas en las que la naturaleza replica su esplendor y también su decadencia, el arte como memoria, como historia, como relato de los ciclos de la naturaleza. Dice Conti “Todo el mundo sabe que el junco, cuando más se corta, más crece” y esta bella e inolvidable frase de Haroldo Conti (desaparecido en la última dictadura cívico militar) no sólo se aplica a los juncos, a las flores, a los árboles, al rio sino a la historia política de los hombres, ese junco que cuanto más se corta más crece, esa libertad que cuanto más se la acecha, más se vuelve imprescindible. (…) EL MISMO RÍO (…) el mismo río. Argentina, 2021. Guion, producción y dirección de fotografía: Alejandro Fernández Mouján. Montaje: Valeria Racioppi. Diseño Sonoro: Guillermina Etkin y Gaspar Scheuer. Música Original: Guillermina Etkin. Sonido: Gaspar Scheuer. Corrección de Color: Juan Martín Hsu. Directora de posproducción: Gabriela Cueto.. Diseño Gráfico: Rama Nuñez. Duración: 66 minutos.
UNA OLA ES UNA OLA Alejandro Fernández Mouján es uno de los documentalistas más reputados del cine argentino, con una obra que imbrica tanto aspectos formales como una posición política bien clara. Y ambos aspectos se vinculan en (…) el mismo río, su nuevo documental, donde registra a lo largo de tres años la vida a la vera del Río de la Plata. Se podría decir que es una película observacional, aunque lo suyo es más contemplativo: mayoría de planos fijos que observan las olas que vienen y van, el arrastre de ramas, bosques, follaje, árboles. Todo con un trabajo fotográfico encomiable y un uso del sonido que potencia la experiencia contemplativa apuntando a lo sensorial. Así como esos paréntesis del título que encierran puntos suspensivos, Fernández Mouján abre y cierra el documental con un par de apuntes políticos: en primera instancia el anuncio de la muerte de Fidel Castro y, hacia el final, una protesta campesina contra el gobierno boliviano de Jeanine Áñez. Los puntos suspensivos, por lo tanto, representan a esa naturaleza que el director registra con especial deleite y que encierra entre las noticias que llegan desde el afuera. De ahí, una lectura posible sobre esa contemplación: un remanso, un alejarse de la realidad cuando ofrece una cara pesarosa. La naturaleza también en contacto con las ideas, con ese tiempo para la lectura y la revelación de algún texto de Haroldo Conti, o como metáfora con esos juncos que se doblan pero no se rompen. Como decíamos, son lecturas, posibilidades, de un relato que impone un poco a la fuerza sus analogías, entre referencias bibliográficas o la propia intrusión de los noticieros que aparecen subrepticiamente. Tal vez la película busque un significado, o el significado se alcance a partir de la simple ecuación de sumar el nombre de su director con algunos elementos que aparecen diseminados por allí, tanto adentro como afuera del relato. Daría la impresión también que (…) el mismo río es una idea que se podría haber expresado mejor en un mediometraje que en una película de 67 minutos, donde algunas imágenes comienzan a repetirse invariablemente, y con ello su posible metáfora. Al final una ola termina siendo ninguna otra cosa más que una ola.