Cambio de vida desde la ausencia
La nueva película del director Daniel Burman (El abrazo partido) cuenta con Guillermo Francella e Inés Estévez en los roles protagónicos. Una historia de amistades y sinsabores.
De un día al otro, la vida de Santiago (Francella) se derrumba por un abandono. Pero no es su mujer quien se va –él es soltero– sino el amigo de toda la vida, su otra mitad, el socio laboral, el de la química permanente, aquel de los gestos similares. Desaparece Eugenio (Arenillas), casado con Laura (Estévez), y desde allí Santiago se ve frustrado, traicionado, solo en este mundo.
Difícil encasillar en un género determinado a El misterio de la felicidad, como tampoco es fácil situar en ciertos parámetros al cine de Daniel Burman. Aunque un punto está claro: las películas del director se ubican en un ambiguo sitial entre aquello que se considera cine industrial pero con una mirada comprometida, personal en relación a la forma en que presentan personajes y situaciones. Desde allí puede entenderse su ya amplia filmografía con puntos altos (El abrazo partido; Derecho de familia), bajos (La suerte en tus manos, El nido vacío) y otros conformados por una transparente puesta televisiva al servicio actoral (Dos hermanos).
En ese sentido, la historia que narra El misterio de la felicidad, como el resto de la obra de Burman, navega entre logros y defectos, algunos más notorios que otros. Comienza como una comedia sofisticada pero popular, continúa dentro de los tópicos del drama en tono leve y termina ubicándose en una lección de vida con su correspondiente aprendizaje. Por suerte, en esos decibeles que el guión maniobra con elegante astucia, donde no se necesita de una historia de amor como sostén del relato, la aparición del personaje de Laura (buena composición de Estévez), hace girar la trama hacia un lugar impensado.
Efectivamente, El misterio de la felicidad es una película que cuenta una amistad masculina que se rompe de un día al otro, donde un personaje ausente sigue siendo el corazón de la historia. Laura y Santiago deberán conformar una pareja particular construida por cuestiones del azar y desde ese punto el aura misterioso del ausente Eugenio provocará más de una sorpresa, acaso un sinsabor, una cálida comprensión de los "nuevos amigos", tal como se observa en los minutos finales.
Pero así como desde su segunda mitad en adelante la narración no requiere de ningún gesto reconocible de su intérprete principal, el contundente título de la película, justamente, ofrece más de un misterio. En esa travesía final por Brasil que emprende la nueva pareja de amigos, el film presenta más de una paradoja. Aunque la historia misma no preveía semejante definición, El misterio de la felicidad termina convirtiéndose en una comedia burguesa, donde parece ser que el paraíso deseado se ubica en las playas brasileñas, lejos de las obligaciones de pareja y más que lejos de la amistad masculina por la que tanto reclamaba el desconsolado Santiago.