Francella y Estévez hacen su aporte al ensayo de Burman
Alejado de la temática de idiosincrasia judía, el director propone un relato universal, con los toques de humor y drama que hacen su cine reconocible.
Santiago (Guillermo Francella) y Eugenio (Fabián Arenillas) son amigos y socios desde hace 30 años. Juntos, llevan adelante un negocio de electrodomésticos cuyo nombre hace honor a su vínculo.
A diario se encuentran camino al trabajo, y la vida cotidiana de ambos parece girar en torno a las actividades que desarrollan casi al unísono, hasta que Eugenio regresa a su casa y Santiago extiende su día comiendo pizza con algún empleado en el local.
Sucede que Eugenio tiene esposa, Laura (Inés Estévez), una mujer que ni Santiago ni sus empleados conocen o parecen interesados en conocer.
Una mañana, las cosas cambian para Santiago. Eugenio no aparece en la ruta cotidiana, ni en el negocio, en los sitios donde acostumbraban encontrarse. Tampoco atiende al celular.
La preocupación del hombre crece y se torna en confusión cuando aparece Laura, convencida de que Eugenio se fue.
Sin demasiada convicción, Santiago y Laura inician una sociedad en torno a la búsqueda de Eugenio, cada uno por razones diferentes, pero en un camino común que los llevará a descubrir que ese hombre que parecía tan transparente para ambos, estaba lleno de secretos y anhelos propios.
Con la revelación de ese "nuevo" Eugenio, tan diferente del que daba eje a sus vidas, esta pareja despareja tendrá que aprender a reconocer su individualidad y sus propios sueños.
El misterio de la felicidad ofrece un relato bello, que Daniel Burman aborda desde el humor que filtra al drama hasta llevar al espectador al tono reflexivo a donde quiere abundar.
De la escena inicial, que lleva lo absurdo al límite de la exasperación, acompaña a los personajes -y a quien los observa desde la butaca- a un recorrido que desvela las capas de los personajes.
Guillermo Francella no deja dudas en su interpretación acerca de su ductilidad para transportarse de un timbre a otro cuando la escena le demanda transmitir risas, medias sonrisas, desesperación, desolaión y perplejidad ante los misterios que se desvelan frente a sus ojos.
Desde un punto de partida diferente, Inés Estéves hace lo propio, y muestra que sus ocho años alejada de la actuación no hicieron mella en su talento como intérprete.
Sí, cuesta, encontrar la química entre ambos en algunas escenas donde parecen ir por niveles diferentes. Pero del mismo modo vuelven a encontrarse y a hacer fluir la escena, de modo que la narración se mantiene en alto.
Un párrafo aparte merece Alejandro Awada, absolutamente relajado en su papel de oportuno consejero, un personaje que, cuando parece mostrar un carácter despreciable, se"desviste" y sorprende con una esencia que lo reconcilia con la mirada exterior.
Daniel Burman es de origen judío polaco, nacido y criado en Buenos Aires. Posee la doble nacionalidad argentina y polaca. En 1995, lanzó su propia productora junto con Diego Dubcovsky , BD Cine (Burman y Dubcovsky Cine). Burman es también un miembro fundador de la Academia de Cine Argentino y ha sido mundialmente premiado por sus filmes.
Su trilogía suelta de películas, Esperando al Mesías (2000), El Abrazo Partido (2004) y Derecho de Familia (2006), fueron todas escrita y dirigida por Burman y Hendler, son en gran parte autobiográfica. El Partido abrazo (2003) llevó el Gran Premio del Jurado en el Festival Internacional de Cine de Berlín , así como mejor actor por Hendler. Burman fue co-productor de la exitosa película de 2004, Diario de motocicleta.
Su cine -comparado por algunos con el de Woody Allen- ha venido mutando de las temáticas alusivas a la idiosincrasia judía hacia tópicos más universales, y en este sentido, El misterio de la felicidad se presenta como el más extremo en ese ensayo, en principio, logrado.