Burman, original y agudo como siempre
A esta altura de su obra, ya puede preverse que cada nueva película de Daniel Burman: 1) casi seguramente habla sobre los singulares rinconcitos y vaivenes del alma humana en materia de relaciones afectivas; 2) lo hace con originalidad, precisión y agudeza, y 3) como mínimo, es buena.
Esta es buena con ganas. Cuidada en cada detalle, muy bien actuada, bien llevada, con un guión excelente del director y Sergio Dubcovsky, el de la novela "Dos hermanos", y con un remate que parece sencillo pero hay que saber hacerlo, porque ahí está el clic que nos hace pasar de la sonrisa complacida a otra clase de sonrisa, esa que surge ante una revelación íntima y profunda, delicada, capaz de emocionarnos suavemente y dejarnos pensando.
Cuando la película termina, ahí empieza la reflexión para el público, y acaso también la melancolía. Sobre la amistad, sobre los sueños, las expectativas, el amor, y sobre los alcances de la convivencia conyugal y societaria (ya sabemos que la historia gira alrededor de alguien que de un día para otro se desvanece en el aire sin dejar explicaciones ni al socio ni a la mujer, que se unen para rastrearlo, pero cada uno con intenciones distintas). Guillermo Francella, enternecedor como pocos sin apelar a ningún recurso lacrimógeno. Inés Estévez, excelente, volviendo a la actuación después de ocho años como si nunca se hubiera ido. Alejandro Awada y María Fiorentino en los roles graciosos, Fabian Arenillas y Sergio Boris en dos claves, Silvina Escudero en buen debut cinematográfico. Unico reclamo, siendo Claudia Ohana tan linda y buena actriz, apenas aparece.
¡Pero qué tipo original este Burman, y qué habilidad para caminar en la cuerda floja! Porque empieza con estilo de comedia reidera, y al ratito ya es de intriga, con recursos bastante particulares, y luego, sin perder la mano ni el sentido del humor, ya es sentimental, no romántica, y ya está uno queriendo recordar las cosas que se dicen, por ejemplo cuando la mujer sintetiza en pocas palabras la evolución de su matrimonio (de tantos matrimonios), o un tipo diferencia entre socios, amigos y cuñados, o las varias escenas donde percibimos lo que cada uno quiere y conoce del otro, aunque lleven años dándose los buenos días y coincidan en tantas cosas. Deberían vender el guión a la salida.