Un viaje fascinante e hipnótico
De Edgar Wright, director de Shaun of the Dead (2004), Scott Pilgrim vs. the World (2010) y Baby Driver (2017), llega una de las más logradas películas del año. El misterio de Soho (Last Night in Soho, 2021) abarca varios puntos estéticos diferentes y echa mano de todas las herramientas que dispone con un aplomo tal que realmente es un regocijo, generando la sensación de absoluta conformidad con el hecho de pasar por la sala de cine.
La temática en principio podría parecer sencilla y repleta de lugares comunes, pero el disparador es un guante tan bien recogido por Wright que las circunstancias vividas por la protagonista, desde la partida de su casa entre la bucólica y plena de oscuridad hasta la llegada a la gran ciudad, se vuelven inconmensurables y a la vez fantásticamente hipnóticas en su mirada a la alteración psicológica que padece la Eloise interpretada por Thomazin McKenzie.
El ida y vuelta entre McKenzie y Anya Tayor-Joy es como un baile al ritmo del muy buen soundtrack, que contribuye a ambientar aún con mejor calidad la década del 60, momento en que la historia en paralelo está anclada. Y aquí es justo mencionar al trabajo en la fotografía de Chung Chung hoon, quien ha participado ejerciendo el mismo rol en películas como Oldboy (2003) y Stoker (2013).
La aparición de figuras actorales de peso en los relatos que se entrecruzan y forman parte de toda la dimensión de la historia son un punto de apoyo sostenido y generan un conjunto amplio y luminoso, como los colores y las texturas con las que juega la protagonista. Casi como hace el director con los diferentes géneros que atraviesa el largometraje. Y es ese enfrentamiento con la incomodidad y eso que no se quiere ver, o es necesario ocultar, representado por las sombras que van creciendo anulando la magia y el esplendor de época, lo que genera todavía un mejor espectáculo.
Tal vez parezca un análisis muy profundo, pero si le quitáramos toda la parafernalia lingüística a esta opinión queda lo importante y es que se puede ser sorpresivo sin caer en clichés. Se puede armar una visión desde un personaje quebrado y hacerlo con gran trabajo técnico sin perder la búsqueda de la interpretación emocional. Es posible jugar con la estética, el color, la música, los climas en pos del resultado, que es maravilloso y digno de verse en pantalla grande.